«Sí a la televisión». Al contrario de lo que pueda parecer y de lo que está en el inconsciente colectivo, Enrique Martín Arranz es tajante al respecto. «Ir contra la televisión es ir contra los tiempos», explica el ganadero, apoderado y taurino histórico, dueño de la mente pensante de muchas de las ideas que supusieron un hito en la historia de la tauromaquia. Una de ellas, el mutismo de José Tomás, que protagonizó, bajo su gestión, la mayoría de las acciones que hoy lo han elevado a la categoría de mito. Y aquel plante cuando comenzaba el siglo XXI, negándose sus toreros (entonces eran nada más que Joselito, José Tomás y Pablo Hermoso de Mendoza) a que se televisasen sus corridas. Entonces, ¿por qué entonces no y ahora sí?
La respuesta es muy sencilla: ni entonces era NO, ni ahora es Sí completamente, porque lo que siempre ha defendido Enrique ha sido «la retransmisión dentro de un orden, no la emisión indiscriminada de corridas de toros». Y para comprenderlo, hoy, tal vez haga falta un esfuerzo, pero entonces, cuando TVE, Telecinco, Antena 3 y Canal Plus ofrecían toros en directo, existía un peligro evidente de saturación. Era el boom de Jesulín de Ubrique, que se colaba en las tardes veraniegas de los españoles incluso en dos o tres cadenas a la vez, porque tanto Telecinco como Antena 3 ofrecían festejos en diferido sin advertir que lo eran. Ahí era donde estaba el peligro que veía Enrique, pero no muchos más.
Fue entonces cuando decidieron no aceptar el dinero que generaba la ‘caja tonta’ porque vieron el perjuicio que se estaba gestando. «Televisando tanto se perdía el efecto sorpresa, y cuando un torero emergente triunfaba en San Isidro o en Bilbao, por ejemplo, cuando iba a los pueblos ya lo habían visto setenta veces», explica hoy Enrique. «Es lo mismo que puede ocurrir con estos dos muchachos que han triunfado en Madrid -Tomás Rufo y Ángel Téllez-; si no los hubieran visto y sólo corriese el boca a boca llenarían la plaza en el mano a mano que tienen ahora en Segovia», señala Martín Arranz. «Era eso lo que nosotros no queríamos que se perdiera». ¿Y fue por eso que decidieron renunciar a la televisión?
José Tomás y la Edad de los Traidores que pudo cambiar el toreo
De momento, se lo comunicaron a los colegas de profesión. «Compañeros, en el caso de algunos, es mucho decir», espeta Enrique. «Y hubo algunos con los que me reuní y que dijeron que sí a la propuesta. Entonces se había fijado un precio para las figuras con la televisión y hasta llegamos a torear una corrida en Salamanca en la que cobramos nosotros y Enrique Ponce siete millones de caché y otros siete de la tele. Pregúntale al Patas, que todavía se está riendo…», bromea Martín Arranz. Pero todo se torció cuando hubo quien se bajó del carro. «Porque hay toreros que, cuando salen de la cara del toro, pierden el valor que demuestran delante».
«Yo lo llamo la Edad de los Traidores, porque nos dejaron solos con nuestra decisión. Pero la mantuvimos y decidimos morir con ella», señala. Efectivamente. Sólo Luis Francisco Esplá continuó en el barco y comprendió que no se podía retransmitir indiscriminadamente. Los demás decidieron aprovechar el filón y cobrar el dinero. Que entonces «era un buen dinero, no como ahora, que sólo cobran derechos de imagen algunas figuras y los banderilleros. Como si la gente decidiese ir a los toros para verlos a ellos, mientras un chaval se juega la vida y no le queda un duro…». Así de duro se mostraba Enrique.
Pero eso es otra historia que contaremos en los próximos días…