El Centro de Asuntos Taurinos tiene una nueva papeleta sobre la mesa, dado que a la imposibilidad de llevar a cabo sus planes de reequilibrio de contrato con la actual empresa -que las cosas hay que pensarlas antes- se une la solicitud de José Montes de que le cedan la plaza de Las Ventas para organizar festejos taurinos durante el tiempo que se demore la adjudicación de la plaza. Muchos seguirán viendo al taurino manchego como una mosca cojonera que ahora inventa otro brindis al sol, pero en realidad, viendo las opciones que le quedan a la Comunidad para cumplir su promesa de que el desarrollo de la temporada no se vea alterada por el concurso, la acción es mucho más inteligente de lo que parece. Es todo un jaque al CAT.
Cuando a uno, de joven, le enseñan a jugar al mus, le advierten de una máxima que hay que tener en cuenta siempre: jugar con el posadero es perder tiempo y dinero... Por eso es difícil de entender que la Administración regional haya subestimado a un señor que se mueve cual pez en el agua en el ámbito legal, conoce los recovecos jurídicos por los que cabe y por los que no y -sobre todo- parece jugarse cosas muy personales en toda esta historia. Si no, no se explica muy bien esa forma de buscar argumentos hasta el final para dinamitar el concurso. Pero también es cierto que no pasaría de anécdota si no tuviese gran parte de la razón.
Montes ha planteado esta pugna como si se tratase de una partida de ajedrez: mueve y espera una reacción para jugar de nuevo. La diferencia con su adversario, es decir, el Centro de Asuntos Taurinos, es que él ya ha previsto la jugada del oponente y tiene en la cabeza los cuatro o cinco movimientos siguientes.
En cualquier caso, Montes sabe que el reequilibrio del contrato que pactaron Plaza 1 y CAM no podía exceder del 10 por ciento, pero eso se quedaba en el mes de marzo y no cubría el objetivo del reequilibrio. De modo que acordaron que fuese San Isidro el pilar básico con el que arreglarían el desorden provocado por la pandemia. El problema es que eso ya suponía un 5 por ciento de exceso. Hasta ahí, de acuerdo. Lo que no es legal -y a estas alturas de la película el de La Mancha no lo va a pasar por alto- es que se lleve a cabo de nuevo un reequilibrio de contrato, que es lo que ahora mismo se plantea el CAT -y que no sería una mala solución si fuera legal y los de Abellán no hubieran enfangado el terreno de juego con descalificaciones y cabezonerías-. Jaque.
Desechada esa opción, se planteó también firmar un convenio de colaboración con la Fundación del Toro de Lidia para organizar en el tiempo de espera algo parecido a lo que se desarrolla ahora mismo en la Copa Chenel o los circuitos de novilladas. El problema es que una Fundación es, por definición, una entidad sin ánimo de lucro, algo que sabrían en el CAT si no jugasen a ser empresarios pagando a empresarios ajenos para ejercer de gestores y darle legalidad al asunto. Ahora se plantea, por la vía de emergencia, que Plaza 1 siga gestionando el verano venteño, pero el asunto traerá cola.
«¿Y si nos hacemos empresa y explotamos nuestra plaza?». Parece otra solución que puede barajarse, desde luego. El problema es que, por un lado, para sacar la plaza a concurso la Comunidad tiene que emitir un informe en el que declara no contar con los medios para realizar esa explotación por cuenta propia. Y por otro, la Administración regional sólo estaría habilitada para firmar contratos menores, es decir, que no excedan de los 15.000 euros. Y solo los mínimos de un torero en Madrid están cerca de los 18.000 lereles… Jaque.