La vuelta de los toros tras la pandemia ha traído consigo notas muy positivas en lo que llevamos de año; plazas llenas, grandes faenas, toros embistiendo…. pero también hay otras que no lo son tanto. Todos recordamos aquel lanzamiento de almohadillas el día de los seis toros de Ureña en Madrid o el mal comportamiento de una parte de la plaza en akgunos días de clavel en Las Ventas, sin olvidar tampoco el lamentable espectáculo que dieron unas cuantas personas el pasado 28 de mayo en Madrid con cánticos, insultos y enseñas de banderas del Atlético de Madrid.
Unas actitudes que deberían hacer cavilar a más de uno, acciones que no tienen cabida alguna dentro de la tauromaquia. Un mundo que se rige por el respeto y la verdad no puede ni debe consentir actitudes dantescas de este tipo. El público es soberano aunque no siempre tenga la razón, la protesta y el enfado son totalmente compatibles con el buen comportamiento. El lanzamiento de almohadillas desde un tendido alto pueden provocar un gran daño para el que las recibe; ya no estamos en esos años 80 en los que los toreros tenían que salir escoltados por la policía. La sociedad ha evolucionado y eso debe ser cosa del pasado.
Desde hace tiempo tenemos a Francia como referente en muchas cosas, sin duda nos han pasado por la izquierda en innumerables aspectos de la tauromaquia. Allí la afición; representada en las comisiones, es la que se encarga en multitud de plazas y de ferias en organizar la cartelería. Su afición es entendida, conoce los ritos y costumbres de la lidia, por ello todos respetamos a esta gran afición. Por eso nos choca ver lo que observamos en la plaza francesa de Vic-Fezensac el pasado lunes 6 de junio.
Todo ocurrió en el cuarto de la tarde con el hierro de José Escolar, un toro muy peligroso -imposible para la lidia- con el que se armó un espectáculo público, en el que algunas personas del tendido incluso tiraron botellas de plástico al ruedo en un gesto reprochable. Fue en el tercio de varas cuando las iras del público se tornaron sobre Manuel José Bernal; picador de Domingo López Chaves. El picador había sobrepasado la segunda raya del tercio ante un toro remiso a ir al caballo, hasta ahí se puede entender el enfado de una afición que cuida todos los detalles de la lidia, pero la respuesta de algunos fue bochornosa e injustificable.
En acciones como esta el picador será propuesto para sanción, pero en ninguno de los casos el aficionado se puede tomar la justicia por su mano y agredir de esta forma a un hombre que está formando parte de la lidia. Una acción que no tiene cabida dentro de la tauromaquia y que debe ser cortada por lo sano, porque el toreo es un espectáculo donde aquel que se sienta en un tendido debe tener un comportamiento ejemplar y no dar argumentos a aquellos que quieren acabar con la fiesta
