EN EL RECUERDO

El día que José Tomás entró en Pamplona por una sustitución y para torear la corrida de Cebada Gago


martes 5 julio, 2022

José Tomás entró sustituyendo al colombiano César Rincón el 14 de julio de 1995 con la corrida de Cebada Gago.

José Tomás
José Tomás, en una brionesa en Nimes. © M. A. H.

Corría el año 1996 y el fenómeno José Tomás aún no se había extendido por gran parte de la geografía española pese a tener una fulgurante carrera como novillero. En 1995 saldría en hombros de Madrid en el mes de septiembre tras cortar una oreja a cada novillo de Las Ramblas que le cupo en suerte. Tras haber triunfado en la feria de Fallas de Valencia, Algeciras, Córdoba, Bayona, Huesca o Sevilla le tocaba el turno a la primera plaza del mundo. Un triunfo que le impulsó a tomar la alternativa en la Monumental plaza México meses después.

El 15 de mayo de 1996 confirmaría alternativa en Madrid de manos de Ortega Cano y Jesulín de Ubrique, la corrida era de Jandilla, aunque el triunfo vino de la mano de un toro de Criado Holgado, animal de mansa condición al que le cortó una oreja el jovencísimo torero de Galapagar. Fue un año en el que terminaría con un total de 35 paseíllos en la temporada.

Tras Madrid se le abrieron puertas de plazas como Pamplona. En la capital navarra entró sustituyendo al colombiano César Rincón el 14 de julio con la corrida de Cebada Gago. Una tarde en la que el recordado Joaquín Vidal tituló su crónica de El País con la siguiente frase: ¡Al fin un torero! Dos pinchazos, una estocada atravesada que asoma y estocada trasera evitaron que tocara pelo, algo que no ocurrió en su segundo, tras una estocada y un golpe de descabello paseó una incontestable oreja. Pamplona acabó rendida a lo pies de un torero que empezaba a escribir su historia.

Pamplona, otro toque de atención de José Tomás aquel año para seguir sumando contratos

Pamplona fue otro toque de atención importante para seguir sumando contratos en esa temporada de su confirmación. Pisó plazas de toros de primera como Barcelona el 4 de agosto con una corrida de El Sierro o Zaragoza en plena Feria del Pilar el 10 de octubre, fecha en la que le cortaría una oreja a un toro de Gavira. Pero una de sus tardes más redondas se dio en Valencia el día antes, un 9 de octubre, fecha en la que pasearía una oreja de un toro de Núñez del Cuvillo tras una faena de gran interés. Según escribíó ese día Joaquín Vidal en El País, «no pasó desapercibido José Tomás, que le hizo al tercero un toreo de alta escuela. José Tomás, quieto, parsimonioso y seguro, cumplía aquella norma del parar-templar-mandar, aquél fundamento de cargar la suerte y ligar los pases. Tal es el toreo: en el torero, la ortodoxia; en el toro, la ataraxia; en el público la cataplexia. Y olé«.

Una temporada que terminaría en tierras mexicanas, esa que tanto le ha dado y por la que ha dado su vida el torero madrileño. La México fue testigo de su alternativa en diciembre de 1995 y del comienzo de su temporada de 1996, una plaza que empezó a marcar el camino de un torero que hizo historia. Luego llegaría la temporada de 1997 y con ella los triunfos que consagrarían a un torero que realizaría en la campaña de 1999 su temporada más importante.