AL SUR DEL CIELO

Navalcarnero, un oasis en el desierto o el camino a seguir


martes 13 septiembre, 2022

Podemos considerar a Navalcarnero un oasis en el desierto dentro del tejdo empresarial taurino o por el contrario el camino a seguir si queremos devolverle al pueblo lo que es suyo.

Navalcarnero
Plaza de toros de Navalcarnero llena.

Tiempo atrás nuestro compañero Javier Fernández-Caballero escribía un artículo muy acertado en este medio hablando sobre los precios de las entradas en los festejos taurinos. Un texto en el que daba en la diana con una reflexión en la que muchos, o casi la totalidad de los que amamos la fiesta de los toros, estamos de acuerdo«O reflexionan figuras, empresas y sindicatos de banderilleros y picadores sobre el precio desorbitado en algunos casos de las entradas que ofrecemos a los aficionados o nuestro fin estará cada vez más cerca: las medias plazas de ahora serán un tercio en menos de un lustro».

Muchas empresas, toreros y apoderados parecen vivir alejados de la realidad. Cerrar emolumentos por encima del caché en taquilla no es lo más aconsejable. En pandemia dieron un paso adelante adaptándose a unas normas que impedían llenar las plazas al 100%, pero una vez pasadas las temporadas de 2020 y 2021 parece que se ha vuelto al camino andado años atrás.

La sociedad vive momentos muy duros, con una inflación que supera el doble dígito, la gente anda muy justa a la hora de llegar a final de mes, algo que sin duda se verá acuciado al pasar la época estival. Por eso hay que ponerse a trabajar ya, aquí todos tienen que ser conscientes que el tinglado del toreo se sustenta en el que pasa por taquilla, y si este no tiene dinero para gastar y no va a la plaza el castillo de naipes del toreo acabará hecha añicos con la primera racha de viento.

Duele que carteles con máximas figuras del toreo hayan tenido algo más media plaza en los tendidos. Pero duele mucho más que un aficionado en potencia no haya podido ir a ese cartel que anhelaba porque la entrada más barata no bajaba de los 35 euros en el mejor de los casos, y eso es ser prohibitivo en un tipo de espectáculo en el que siempre creyó Joselito el Gallo, un torero que hace un siglo soñó con esa Monumental que ayudaría a que todo tipo de aficionado pudiese disfrutar del rito más bello sin necesidad de empeñar su futuro.

Esa reacción tiene que venir fruto de la negociación directa empresario-apoderado, hay que llegar a un consenso para que sea atractivo poder ir a los toros. La liberación de precios se antoja imprescindible para la supervivencia del sector. Igual que no vale lo mismo una novillada o una corrida de toros, no puede valer lo mismo un tendido de sombra para una corrida de figuras que una de toreros de mitad del escalafón o de jóvenes valores.

Debemos tomar ejemplo de otras actividades lúdicas como son el fútbol o el baloncesto. ¿Acaso vale lo mismo ver un Sevilla-Real Madrid que un Sevilla-Elche? Es evidente que no, por eso es importante adaptarse a la demanda de hoy en día. Con carteles más baratos se potenciaría a un aficionado de menor nivel adquisitivo que podría ir a los toros sin temor a que su cartera se resintiera. Al igual que ocurre en las novilladas o las corridas rejones conseguiríamos atraer a un público, quizás menos entendido, pero que tendría la posibilidad de engancharse a un festejo taurino

Esa liberalización de precios se está viendo muy poco a poco, ya hay empresas que han conseguido poner un precio u otro según te encuentres en un tendido más bajo o más alto de la plaza, algo a todas luces lógico. Ese es el camino a seguir para un espectáculo que se sustenta principalmente del que pasa por taquilla, ese que tiene que tener facilidades para poder acudir a un espectáculo que le atrae.

Ya sabemos lo que cuesta montar un festejo taurino, pero hay una plaza que tras verse sin toros durante varios años ha conseguido volver a darle esa vida que tanto necesitaba. Se trata de Navalcarnero, curiosamente con mayoría absoluta del PSOE. Un ayuntamiento que apostó sin miramientos por sus vecinos, ¿existe subvención municipal? Evidentemente sí, al igual que lo reciben otros colectivos, pero gracias a ello el pueblo tiene la oportunidad de acudir a los toros por precios más que asequibles.

Pero, ¿esto quiere decir que es el único modelo a seguir? ¿qué pasa con aquellos empresarios valientes que se juegan sus cuartos sin una subvención/ayuda tan cuantiosa detrás? A la hora de tocar este tema quiero tomar prestadas las palabras de Miguel Ángel Silva ya que creo que son el fiel reflejo de lo que debe ser una sociedad ecuánime y equilibrada: «Los toros reciben, han recibido y espero que sigan recibiendo ayudas para su fomento y conservación. La ecuación fiestas y toros es indivisible en la cultura mediterránea. Más dinero para toros, fuegos artificiales y música en directo y menos para pantomimas desiertas de expectación«.

No hay en la sociedad actual ningún evento cultural que se pueda sostener sin subvenciones o sin una economía interna sostenible -excepto el toreo en la práctica totalidad de plazas de primera y segunda, que tienen canon y se debe pagar por su uso-. Evidentemente no todos los ayuntamientos, por unos motivos u otros, ayudan a la tauromaquia de una forma tan clara como el de Navalcarnero, por ello hay que ser conscientes que hay que apostar por un modelo sólido y e internamente sostenible, ese que no dependa únicamente de unas ayudas que como colectivo nos merecemos. Podemos considerar a Navalcarnero un oasis en el desierto dentro del tejdo empresarial taurino o por el contrario el camino a seguir si queremos devolverle al pueblo lo que es suyo.

Pero también hacen falta campañas imaginativas, presentaciones de carteles en ferias como FITUR, galas como las que año tras año organiza Plaza 1 en Madrid. Engrandecer la fiesta y darle la categoría que se merece para atraer a un espectador al que no le asuste el precio de una entrada cuando pase por taquilla. En una plaza hay sitio para todos, desde el más pudiente hasta el que llega a justo a fin de mes, del de barrera de sombra al de grada de sol. Hay que hacer el espectáculo viable para aficionado y el empresario, porque no hay que olvidar que el empresario está para ganar dinero.

Es esencial esa liberalización de precios, el bajar aún más los precios, el hacer accesible la entrada de los más jóvenes con paquetes atrayentes para su bolsillo. ¿Qué pasa cuando un equipo se juega la vida y necesita del apoyo de la afición? pues se bajan los precios, se promocionan las entradas, y de eso precisamente se debería aprovechar el toreo, tomar nota y buscar a ese aficionado que no puede ir porque su bolsillo no se lo permite.

Algunos que nos leen nos dirán que eso no es posible sin la intervención de una administración que ahoga al empresario, y eso también es verdad. Somos un sector fuerte al que las administraciones tienen que ayudar, brindarles la oportunidad de poder ejercer su trabajo si continuas trabas o palos en la rueda. Aquí no vale con buenas palabras y palmaditas en la espalda, aquí hace falta remangarse la camisa y ponerse a trabajar por el bien de un sector que anda ahogado por una serie de costes que hacen inviables muchos espectáculos.

¿Nos ponemos ya a trabajar? ¿O vamos a seguir esperando al tren del próximo invierno?