SUPERSTICIONES

¿Por qué si una montera de un torero cae boca arriba en un brindis trae mala suerte?


jueves 29 septiembre, 2022

En el toreo, la superstición es algo que prácticamente nació con él, y una de las que más fuerza tienen es la que narra la mala suerte de que la montera, a la hora de que un matador brinde el animal, caiga boca arriba cuando éste la lanza.

Montera
Alejandro Talavante lanza una montera en Bilbao tras brindar un toro. © Jokin Niño

El toreo y las supersticiones es algo que siempre subyace en este espectáculo y el rito que lleva tras él. Algunos profesionales creen a pies juntillas y otros lo hacen de forma firme, no sea que el triunfo se les vaya por este tipo de cosas. Jugarse la vida cada tarde también ayuda a que determinadas historias o leyendas cobren fuerza y puedan afectar a aquel que trenza el paseíllo. Y la simple colocación de una montera al caer puede ayudar -incluso psicológicamente- mucho a un torero en el devenir de una corrida.

Según nos contaba hace años Javier Manzano en El País, «hubo una vez un torero del que cuentan que antes de hacer el paseíllo tenía que rezar 300 padrenuestros a cada una de las ciento y pico estampas que llevaba en su capilla ambulante. Tal era el empeño, casi adicción, que se dio el caso en que aquello se alargó más de la cuenta y a la cuadrilla no le quedó otro remedio que, casi arrastrando al matador, salir disparados del hotel, no fuesen a sonar los clarines sin «la figura» liada en su capotillo». 

Pero la pregunta resulta evidente: en el toreo, ¿la superstición nace o se hace? Hay también quien las inventa, como es el caso de otro matador de cierto cartel que de buenas a primeras empezó a mezclar budismo y cristianismo creyendo que con el cóctel espantaría un mal fario que no dejaba de perseguirle, algo que ni mucho menos consiguió. Sin duda historias que se daban en una época en el que este tipo de historia afectaban mucho a los toreros.

La superstición de la montera en el brindis

Detalle Torero
Detalle de una montera. © Luis Sánchez Olmedo

Mayormente, los toreros tienden a ejercitar la superstición a escondidas, conscientes de que pecarán o enloquecerán, porque la superstición también es «aquella creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón y el entendimiento». Pero el paradigma de todo esto fue Rafael el Gallo, «el cual en su dedo anular lucía un aparatoso anillo de oro del que brotaba reluciente un inmenso 13. Dicen que se lo compró tras un sonado éxito que cosechó en Granada cuando desde el tendido le arrojaron envuelta en un papel una bicha, que él, con absoluta calma, se enrolló en el fajín, cuajando entonces una superior faena«, según nos relataba también Javier Manzano.

Pero una de las supersticiones que hoy en día siguen más vigentes tienen que ver con la montera. Cuando un espada brinda un toro al público y lanza la montera al aire, todos los diestros prefieren que caiga boca abajo (señal de buena suerte) porque, si cae boca arriba, la posibilidad de que suceda alguna fatalidad aumenta en el corazón de los supersticiosos, por eso los toreros cuando la tiran y no cae boca abajo le dan la vuelta. Dice el mito que, boca arriba, la montera se asemeja a un ataúd abierto, mientras que boca abajo se parece a uno cerrado, por lo que trae mejor sino.

El caso de Miguel Ángel Perera: un torero que deposita la montera boca abajo al lado de la raya del tercio

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Perera se cala una montera. © Info M. A. Perera

Otro de los toreros que nunca juega con la superstición es un Miguel Ángel Perera que tras brindar al público deposita la montera boca abajo al lado de la raya del tercio, y así evita tener que correr un riego innecesario -al menos en su interior-. Es una costumbre que realiza desde hace muchos años.

Otra de las supersticiones de los toreros también tiene que ver con el momento previo a vestirse: a pocos les gusta dejar la montera encima de la cama del hotel…