AL SUR DEL CIELO

El abuso en el precio de las entradas a los toros se pagará muy caro en 2023


viernes 30 septiembre, 2022

Aún estamos a tiempo de revertir la situación, de atraer a ese aficionado que no deja de ir a los toros por falta de ganas, sino porque la cartera manda.

Detalle
Detalle de una tarde de toros. © Ángel Huéscar

Este regreso de los toros tras la pandemia ha vuelto a poner en evidencia ciertos problemas estructurales que tiene el sistema taurómaco y que se tienen que solucionar por su propio bien. Seguimos arrastrando un problema del pasado que, si no es atajado de raíz, puede ir sacando a la gente de las plazas. La población, hoy en día, selecciona al milímetro su tiempo de ocio, con una inflación disparada y una guerra de guerrillas entre los políticos, la economía se contrae, hay menos gasto, viéndose afectado de forma directa el mundo del toro.

Pero parece que ciertos empresarios hacen oídos sordos o se tapan los ojos ante este nubarrón que tenemos encima. Seguimos con la política de precios altos y entradas inaccesibles para muchos. El toreo siempre ha sido del pueblo, de sus gentes más pudientes pero también de aquellos que con una economía limitada hace lo que esté en su mano por disfrutar de un festejo taurino.

Simón Casas hablaba al principio de mes sobre la subida de precios que iba a sufrir Las Ventas a partir de Otoño: «Queramos o no queramos, la tauromaquia es un producto de lujo, primero porque aquí hay gente que se juega en la vida, segundo porque hay emociones que ningún arte es capaz de producir en pocos segundos. Es un producto de lujo. Si constantemente hablamos de que es caro ir a los toros por cinco o diez euros, cuando vale más caro la entrada de cine con las palomitas, le estamos quitando a la Fiesta a su categoría».

Una política tan respetable como criticable. Como dato hay que decir que triplicar el precio de las entradas sueltas ha tenido su primera consecuencia: la Corrida de la Hispanidad, una de las más rematadas junto a la de Morante, lleva más de una semana ya a la venta y aún no ha conseguido colgar el cartel de «No Hay Billetes». La del 8 de octubre, en la que está acartelado Morante -el torero de la temporada junto a Roca Rey-, tampoco.

Pero esto no es un problema únicamente de Madrid, porque aún con esta subida sigue siendo de las plazas más baratas de España. Hay que hablar de muchos cosos a lo largo y ancho de nuestra piel de toro que parecen vivir de espaldas a la realidad.

Duele que carteles con figuras máximas hayan tenido media plaza en los tendidos. Pero duele mucho más que un aficionado en potencia no haya podido ir a ese cartel porque la entrada más barata pase de los 35 euros en el mejor de los casos, y eso es ser prohibitivo en un espectáculo que Joselito el Gallo, el rey histórico de la Fiesta, hace un siglo soñó las Monumentales para que los pobres también pudiesen disfrutar del rito más bello.

Pero esto no es únicamente problema de un empresariado que muchas veces busca más la media plaza a unos precios poco asequibles que una entrada mayor bajando el precio de las entradas. Evidentemente los costes se elevan cuando las figuras se hacen presentes, de ahí que estas deban dar un paso al frente como ya hicieron en la pandemia y acoplar sus honorarios a la plaza donde torean.

Si queremos seguir manteniendo viva la llama del toreo hay que atraer al público con precios acordes a la situación actual y con carteles novedosos, lanzar un mensaje y salir de ese inmovilismo que muchas veces nos atenaza. Ahora el empresario debe salir a buscar al cliente cuando antes lo tenía en la puerta de su casa; se exige un esfuerzo mayor en promoción para encontrar a ese indeciso que duda si ir a los toros o gastar el dinero que tiene en otro tipo de ocio.

Aún estamos a tiempo de revertir la situación, de atraer a ese aficionado que no deja de ir a los toros por falta de ganas sino porque la cartera manda. Este 2022 ha quedado claro que la gente ha respondido cuando ha podido, no ha dado la espalda al toreo, pero sí le dejó claro al empresario (y a las figuras, que son las que condicionan a las empresas) cuál es el camino para conseguir que pase por taquilla.