Es el mes de enero y en las ganaderías de bravo toca pasar por los corrales a los distintos lotes de vacas con sus respectivos sementales. En casa de Victorino Martín, debido al amplio número de cabezas se va haciendo por lotes, esta vez le toca al de ‘Cobradiezmos’, toro indultado hace un lustro en Sevilla por Manuel Escribano, que goza de una gran salud en las amplias extensiones de la finca ‘Monteviejo’. Allí Victorino y sus vaqueros conducen a los animales hacia los corrales para comenzar esta labor tan dificultosa.
Las vacas están revueltas: no quieren ir al lugar donde les mandan los hombres de a caballo, pero gracias a los bueyes y la pericia de los miembros de la ganadería consiguen meter a las hembras y a sus becerros en el amplio corral. Ahora toca ir a por el semental ‘Cobradiezmos’, pero éste está mosqueado debido al continuo movimiento de mansos y caballos. A base de paciencia logran llevarlo a los corrales, no sin dificultades.
Allí los animales van pasando las puertas hasta llegar a la manga, el sitio donde los veterinarios le harán las diferentes pruebas. Este año ‘Cobradiezmos’ está nervioso y hay que echarle valor para sanear. El toro ya pasó varias veces por aquí y no le gusta abandonar su querencia para entrar en los corrales. Poco a poco va pasando las puertas hasta llegar a un corral donde se encuentra solo y en el que está pendiente de todo, pero accede a llevarlo por donde le mandan.
Una vez dentro de la manga, vuelve a mostrar ese comportamiento irritable que tuvo en el campo y luego en corrales. Continuamente golpea la puerta, no quiere estar ahí, dificultando las labores de los veterinarios, quienes deben hacer las cosas despacio y sin violentar al animal. Una vez terminada esta labor se le abre la puerta para que ‘Cobradiezmos’ vuelva al campo, pero éste se vuelve y pone en jaque a uno de los vaqueros, teniendo éste que ponerse a resguardo rápidamente.
Afortunadamente, no pasó a mayores, volviendo el toro a su querencia habitual, allí donde vive relajadamente con su lote de vacas, un premio que se ganó hace años gracias a su bravura en el ruedo sevillano, una tarde que nunca olvidarán aquellos que pudieron presenciarlo en directo amén de un Manuel Escribano que pasó a la historia por indultar un astado en La Real Maestranza de Caballería de Sevilla.