Siempre hablamos del desconocimiento que tienen muchas personas sobre el toro bravo en el campo. Aunque a campo abierto su comportamiento pudiese parecer pacífico, nunca hay que fiarse de sus reacciones. Este tipo de animales están continuamente midiendo sus fuerzas, buscando destronar al líder o en su caso proteger aquello que se ganaron tiempo atrás. El toro bravo es jerárquico por naturaleza, de ahí que la intromisión de nuevos compañeros en el cercado o la llegada de personas ajenas a él provoquen ciertas reacciones en ellos.
A primera hora de la mañana los vaqueros echan de comer a los toros de saca de la ganadería, algo fundamental para su remate, en este momento ya se ve quienes mandan en el cercado, estos serán los primeros que coman, quedando en un segundo plano aquellos que no ostentan el poder. Tanto el mayoral como los vaqueros de la ganadería de La Quinta deben estar atentos porque después de la comida suelen saltar chispas entre ellos. Los toros de este encaste son animales de sangre caliente, de ahí que una vez que han cogido fuerzas empiecen los escarceos y las primeras peleas.
El problema no radica tanto en un enfrentamiento uno contra otro, gracias a las fundas no hay cornadas, pero sí puede haber rotura de huesos o hernias cuando el golpe es certero. El problema real viene cuando entra un tercero en discordia que siempre ataca por la espalda para desestabilizar el líder, ahí es cuando el enfrentamiento se pone serio de verdad. Para evitar posibles bajas se antoja fundamental la presencia de los vaqueros para tranquilizar a los toros, pero muchas veces ni su presencia calma la sed de pelea que tiene los animales.
El encaste Santa Coloma al que pertenece La Quinta, muy complicado
Tanto el mayoral como los ganaderos y los vaqueros saben que este encaste es muy susceptible a las peleas, de ahí que no puedan ceder ni un metro con ellos, de lo contrario las bajas serían continuas. Cuando este tipo de animal detecta la debilidad del contrario, le pega hasta matarlo. En este reportaje de los compañeros de Toros para Todos se observa perfectamente el comportamiento jerárquico de estos animales, e incluso el líder de la manada no les quita ojo, es su terreno, no quiere a extraños por allí.
Curiosamente, muchas veces el líder no es el animal más aparatoso de cuerna, ni el que tiene mayor volumen, sino el animal más seguro de sí mismo, el que impone respeto con su presencia. Aquí rige la ley de la selva, manda el más fuerte, por eso el mayoral y los ganaderos advirtieron a Enrique Romero y su equipo de la presencia de este astado que no tiene arboladura para ir a plazas como Bilbao o Pamplona; sin embargo, domina el cercado por su fuerza y valor, algo que puede cambiar si algunos de sus hermanos busca destronarlo.
El toro tiene una actitud muy agresiva, anda engallado, de ahí que los miembros del programa estén en serio peligro. Se sabe fuerte, de ahí que tengan que mantener la distancia con el fin de que no suceda una desgracia. Gracias al conocimiento de los hombres de campo, éstos llevarán a sus hermanos junto a él para calmarlo, así consiguen que el toro ya no esté pendiente de Enrique Romero y su equipo. Para hermanarlos los han llevado a un cercado más pequeño; al ser el otro tan grande y no verse nada más que para comer, las peleas y el enfrentamiento se dan con mayor asiduidad.
Son momentos de alta tensión en La Quinta, el toro que pegó ayer va a estar pendiente de sus hermanos varios días, la posibilidad de tomarse la revancha está ahí, por eso es fundamental hermanarlos para evitar volver a lo vivido en el día de ayer. Así es el día a día en una ganadería de bravo, algo que pudieron ver de primera mano los compañeros de Canal Sur, que por otra parte corrieron un grave peligro con este líder del cercado que no quería la presencia de extraños en su cercado.