Lagunajanda, Salvador Domecq o Rehuelga son esos hierros que se encuentran por una de las zonas más ganaderas de nuestra baja Andalucía, que además dio cobijo a los toros de Juan Pedro Domecq —primero— y más tarde al hierro de Jandilla hasta que este viajó hacia tierras de Mérida. En la próxima Laguna de la Janda también pastaron los animales de la familia Mora Figueroa, así como los que criara el mítico hierro de Rincón, con el que se marcaban —y marcan— a fuego los animales de Carlos Núñez.
A casi una hora y media de Sevilla se encuentra Lagunajanda, el hierro que comanda María Domecq, que a su vez heredara de su padre Salvador Domecq y que ahora junto a la ayuda de su marido y sus hijos Antón y Salvador, sigue defendiendo con uñas y dientes. Aquí se busca el toro encastado que siempre llevó a gala Salvador, pero sin renunciar a esa nobleza que permite grandiosas faenas una vez que el toro está dominado.
En el campo bravo la vida no es de color de rosas, aquí el día a día es duro y complejo; frío y lluvia en invierno y altas temperaturas en verano. Por suerte, el final del ya mencionado invierno ha venido acompañado de temperaturas cálidas, que han subido con la llegada de la primavera. Pero ese cambio de tiempo es precisamente el que altera a los animales bravos, ese que les hace estar más irascibles y desconfiados. Pero el tiempo y los cambios atmosféricos son una excusa más a la hora de buscar el enfrentamiento entre ellos.
Claro que les afecta, pero la espera por dar un golpe de estado en el cerrado se masca prácticamente a diario. Normalmente, se dan una vez que han tomado el pienso de la mañana, ya que se sienten fuertes y poderosos, de ahí que a la mínima se estén dando la cara. Eso es precisamente lo que vemos en un vídeo publicado en redes sociales por Salvador de la Puerta hace pocos días. Dos toros de gran arboladura se miden en pleno cercado hasta que se desata la batalla entre ambos. El ganadero y el mayoral miran desde la lejanía, meterse en medio es jugarse la vida, de ahí que esperen que venga un tercero que resuelva la contienda.
Y así fue: a los pocos segundos entraron en escena varios miembros de la manada dispuestos a defender a su jefe. Con su presencia resolvieron en segundos una contienda que tenía enfrentados a dos de los toros más serios de la camada. Un claro gesto que demostraba quien era el líder, es decir, quien mandaba realmente en la manada. El intento de derrocar al jefe fue disuelto por aquellos que le son fieles a ese líder que se encontraba seriamente en apuros.
Un vídeo que venía acompañado de un texto que resumía en pocas palabras lo que allí ocurrió: «Guerra en la Janda. Al jefe se le defiende… barruntando el Levante hoy sábado«. Sin duda, una imagen espectaculares que demuestran la verdadera dureza del campo bravo y la lucha de poderes que hay en el mismo. Aquí no hay sitio para la palabrería barata, este es un lugar donde la vida está en juego.
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