Hay faenas en el campo de vital importancia: una de ellas es el señalamiento o acrotalamiento de los animales bravos que nacen en plena época de paridera. Para hacer esta labor más rápida y menos engorrosa, el vaquero no pierde de vista ni un instante a la piara de vacas, sabe que muchas van a dar a luz y tienen que estar rápidos para identificar a ese nuevo miembro de la ganadería de que sea imposible cogerlo.
Para ello son fundamentales las primeras horas de vida. Una vez que ha tomado los calostros de la madre y esta le deja encamado en una zona agreste del cerrado, ahí es el momento indicado para realizar esta labor. Aprovechando la dormidera y que su madre anda tranquila con sus hermanas, el vaquero aprovechará para enchapar al animal, ver si es macho o hembra y pincharle unas vitaminas. Todo hay que hacerlo con la máxima celeridad y sin que el becerrito berree para llamar a su madre.
En cada casa ganadería se hace de una manera dependiendo del carácter de los animales y de la orografía de la finca. También hay que tener cuidado con las madres, si son primerizas o no, ya que algunas si notan que el becerro fue manoseado puede incluso llegar a repudiarlo. El campo bravo en muchos casos es muy duro, algo que únicamente saben aquellos que viven y conviven con el toro. Aquí los olores también son fundamentales, nada más nacer, la madre lo lame para quitarle la sangre y así despistar a posibles depredadores.
En este vídeo publicado en la cuenta de YouTube de la ganadería cacereña vemos cómo el vaquero se acerca al hato de hembras con mucho sigilo, al paso, pero éste se encuentra con una sorpresa, en vez de salir corriendo y huir del caballo, tanto el animal de pocas horas como su madre deciden seguir curiosos al animal. El pequeño tiene curiosidad por conocer quien es ese animal tordo de cuatro patas. La madre le sigue a varios metros de distancia para no perderlo de vista.
Este es el momento en el que el vaquero lo agarra por la parte trasera y se lo sube a la montura. La vaca anda molesta, se echa arena a los lomos y mira de forma desafiante al vaquero, de ahí que este se tenga que dar prisa para no seguir calentando a la seria berrenda de Monteviejo. Una vez terminada la labor, el becerro vuelve a tierra firme y se une con su madre, la cual se vuelve a introducir con sus hermanas.