La legendaria finca Zahariche, donde pastan los toros de Miura desde 1842, está inmersa —como muchas otras— en una gran sequía que está obligando a sus ganaderos a hacer lo indecible para que sus animales no se vean afectados por ella. Siempre se ha dicho que el enemigo principal del toro es el calor, los mosquitos y los insectos, pero ahora hay otro mucho más temido, sobre todo por los animales y los ganaderos: la sequía.
No llueve, no hay agua para el toro, y, por tanto, este animal no tiene para beber. Antonio y Eduardo están enormemente preocupados por esta situación, esa que el pasado otoño les llevo a tener que traer diariamente tres cubas de unos 5.000 litros cada una para poder dar de beber al ganado de la finca; es decir, 15.000 litros diarios para paliar la sequía.
Una sequía que se prolonga desde hace más de dos años y que está ahogando a unos ganaderos que siguen peleando por sacar adelante a sus explotaciones. Hay en ganaderías en las que no llueve desde el pasado mes de febrero, y en otras que sí lo hizo únicamente fue para quitar el polvo. El campo hace semanas que perdió ese color que le da la primavera para pasar al crudo verano. Las temperaturas superiores a los 30 grados acabaron por reventar la primavera.
Eduardo Miura: «Yo no recuerdo una sequía tan grande como ésta»
Una ganadería con una tremenda historia que está viviendo una de las sequías más importantes desde que hay datos. «Yo no recuerdo una sequía tan grande como esta. La última que sufrimos fue coincidiendo con la EXPO del 92 en Sevilla, pero en aquella época había más agua de reserva, porque en este momento no hay agua ninguna«, comentaba Eduardo Miura hace unos meses en el programa Toros para Todos de Canal Sur.
El ganado no es consciente de este problema, por eso no se le puede dejar desamparado en esta situación. «Nosotros tenemos actualmente unas 700 cabezas de ganado bravo, de las cuales se pueden beber en torno a 20 mil litros diarios, ahora si le sumamos los mansos y demás nos podemos colocar en cerca de 30.000 litros, una barbaridad«. Unas cantidades enormes, habiendo que sumarles a estas lo que beben los mansos y los caballos de la ganadería.
La subida de los piensos también afecta directamente a una ganadería, pero en menor medida que el agua. «Claro que es costosa la alimentación, pero si hay dinero esta se paga, esté mal alto el pienso o menos, pero el agua es otro cantar. Todos andamos muy preocupados, el agua es esencial y si no hay en casa tenemos que buscarla fuera. El problema es que al contrario que el pienso, esta es más difícil de conseguir, y más en momentos como estos».
“Viendo las experiencias anteriores, pues mi padre hará unos 35 años, hizo un pequeño pantano para suministro de agua en condiciones normales, porque los pozos de esta zona no tienen mucha agua, de ahí que de esa manera se asegurase por lo menos tener agua para la mayoría del ganado”, añadía un ganadero tremendamente preocupado por la situación que vive el campo hoy en día.