SEVILLA

La curiosa historia del torero (y odontólogo de profesión) que debió vestirse ‘in extremis’ tras la baja de El Fandi en Miura


martes 2 mayo, 2023

Fernández Pineda es un torero que volvía a trenzar el paseíllo en su plaza tras hacerlo también como sobresaliente el pasado año con la corrida de Miura.

Fernandez Pineda Torero
El torero Fernández Pineda. © OneToro

A las 10 de la mañana de este lunes nada hacía presagiar los acontecimientos que se fueron dando horas después. Con la baja de David Fandila ‘El Fandi’ tras presentar un parte médico a la empresa Pagés, ésta tenía dos opciones: buscar un tercer espada para completar el cartel o dejarlo en mano a mano como finalmente hizo. Con la oficialización del mano a mano, muchos fueron los aficionados que sintieron no ver a algún torero sevillano o afincado en a zona rematando el mismo.

Nombres como los de Alfonso Oliva Soto o Pepe Moral fueron los primeros que se le vinieron a la cabeza a los aficionados, uno tras triunfar el pasado año y quedarse fuera de Sevilla y el otro por llevar dos años sin pisar su plaza. Según ha podido saber este medio, fueron algunos toreros los que se ofrecieron a la empresa, teniendo esta la decisión tomada. Otros espadas como Esaú Fernández o Juan Leal entraban en las quinielas de unos aficionados que horas antes del festejo comentaban la noticia por redes.

Finalmente, la empresa optó por dejar la corrida en mano a mano, entrando —como sobresaliente— en la ecuación un torero que ya ni pensaba en estar anunciado en Sevilla. Se trataba de Fernández Pineda, torero sevillano que tomó la alternativa en este ruedo el 28 de abril del 2001 de la mano de José Miguel Arroyo ‘Joselito’ y José Tomás. Una tarde, donde el toro de su alternativa de nombre ‘Relatero’ y con el hierro de Núñez del Cuvillo le fracturaría la muñeca tras una fea cogida.

Antonio ya había trenzado el paseíllo junto al diestro de Gerena el pasado año, fecha en la que Escribano se encerró con seis toros de este legendario hierro para cerrar la Feria. Una llamada que le pilló por sorpresa, pero que aceptó sin pensárselo. El sueño de poder hacer el paseíllo en su plaza motivaba e ilusionaba más que cualquier otra cosa. Pese a no tener prácticamente que intervenir, Antonio volvió a sentir esas sensaciones que únicamente tiene el que se viste de luces.

El torero de La Puebla del Río, odontólogo de profesión, no ha dejado a un lado su vocación de matador de toros, para ello se prepara tanto físicamente como mentalmente, no dejando su preparación delante de los animales en el campo, algo esencial para estar preparado cuando suene el teléfono. Ese que sonó pasado el medio día, vistiéndose de torero “in extremis” para no faltar a su compromiso un año más con su plaza.