CAMPO BRAVO

El ‘recado’ que Dolores Aguirre dejó a su mayoral antes de morir: «Aquí no se quita ni una astilla»


domingo 28 mayo, 2023

El respeto al toro a su integridad es una línea roja que no se cruza en esta casa ganadera.

Dolores Aguirre
Un toro de Dolores Aguirre. © Plaza 1

La historia de los toros bravos se escribe muchas veces con sangre, la sangre de una lucha fratricida entre los líderes de las camadas. Los ganaderos durante muchos años han buscado la forma de intentar reducir las bajas que todos los años se producían en las camadas. Toda persona que ha pisado una ganadería de bravo sabe que los cambios atmosféricos afectan mucho al toro bravo, los altera, los vuelve irascibles.

Esos cambios que también se dan cuando llega el verano y el toro está totalmente rematado, ahí es cuando más peleas hay en el campo. La aparición de animales que hace unos meses andaban un punto por detrás de sus hermanos hace que las fuerzas se igualen y se den peleas muy duras. Por eso, cuando llega el mes de junio, los hombres de campo se las ven y se las desean para intentar buscar métodos eficientes que ayuden a sofocar las peleas.

En casa de Dolores Aguirre se respeta al toro por encima de todo, de ahí que vaqueros y mayorales estén pendientes de su comportamiento. Los conocen desde chicos y saben cuáles son más nobles y cuáles más peleones. Pese a la amplitud de sus cercados, su mayoral reconoció a los miembros de Toros para Todos que no pastan más de 8 o 10 en cada uno de ellos, teniendo que sacar muchas veces a determinados toros para que no se maten entre ellos.

Otra forma de calmarlos es sacándolos al corredero, allí además de ejercitarse durante más de 6 kilómetros para llegar como atletas a la plaza, consiguen bajar las pulsaciones de estos y evitar así las peleas. Aquí son partidarios de correr los toros, e incluso —como citamos antes— de apartarlos en pequeños cerrados para que no haya un gran volumen de animales en cada uno de ellos. Una táctica que en esta casa llevan haciendo desde hace años.

Ese respeto del que hablábamos se palpa en cada rincón de esta ganadería. Dolores Aguirre, que en paz descanse, no consentía tocar un pitón de un animal, de ahí que si alguno se astillaba o se escobillaba iba para las calles o a festejos de rejones. El toro debía salir a la plaza tan y como se desarrolló en el campo. Según palabras de su mayoral, “a ella no le gustaba manipular al toro, aquí no se arreglaba un toro ni para el torero ni para el ganadero”.

Un posicionamiento que hizo de esta ganadería un simbolismo del torismo, ese que busca un toro íntegro y con un comportamiento fiero, algo que reúne esta ganadería sevillana afincada en tierras de Constantina. Un hierro que sigue manteniendo ese tipo de toro que siempre soñó su ganadera, la cual hizo de ‘Dehesa de Frías’ todo un santuario del toro bravo, ese que ahora continua su hija.