Tras la decepcionante tarde del pasado 12 de octubre, muchas han sido las voces que han pedido la retirada de Alejandro Talavante de nuevo de los ruedos, máxime cuando su temporada no ha tenido el nivel que la gente esperaba. La frustración y el cabreo de la afición va en consonancia con aquello que esperaban del propio torero.
Tras anunciarse su vuelta el pasado año, muchos aficionados esperaban como agua de mayo el poder ver de nuevo a uno de los toreros que más interés despertaba. Tras retirarse repentinamente en Zaragoza, la tauromaquia quedó huérfana de ese torero que marcaba la diferencia por tener un concepto de gran calado entre el aficionado.
Pero como suele decir el refranero español, a Rey muerto Rey puesto. Tras el adiós del extremeño y durante los años sucesivos han sido entrando en el escalafón diferentes toreros que han ocupado en mayor o mano medida ese puesto. El asentamiento definitivo de Urdiales y Luque, la eclosión de De Justo, Ortega o Aguado, la aparición de nuevos talentos como Rufo, Téllez o De Manuel, el cisma provocado por Roca Rey.
Una amalgama de toreros que han ocupado ese hueco que tenía Alejandro Talavante y que con su adiós se han adueñado otros. Ahora tras un año tan gris, es el propio Talavante el que tiene que dar un paso al frente y pelar ese estatus de figura que se había ganado. Evidentemente tiene crédito, volver a la cara del toro tras varios años inactivo cuesta, pero no debe dar esa sensación de apatía cuando el hilo conductor con el aficionado se pierde.
Debe trabajar como volver a reengancharse con los tendidos, buscar fórmulas para que aquello que lleva dentro salga de una forma natural y no forzada. América puede ser el lugar donde vuelva a reencontrase con su toreo. Ese toreo que ha fluido a cuanta gotas y que no se vio para nada en una tarde que comenzó bien pero que finalizó en desencanto.
Ese desencanto que tiene el aficionado y que lo refleja en cada publicación del extremeño. El pasado 14 el propio torero publicaba dos fotos de su último paseíllo en Madrid. En una se podía ver pisando el ruedo madrileño, la otra era una instantánea con los brazo cruzados a la espalda y con un cigarro entre los dedos. Entre mensajes de apoyo y ánimo se entrelazaban otros en los que la crítica era más que evidente y más tras una temporada en la que no estuvo al nivel deseado por todos.