En el siguiente vídeo se puede ver a un pequeño becerro intentando andar sin tambalearse a la vez que se puede apreciar la ausencia de los crotales en sus orejas, hecho que advierte del poco tiempo de vida que tiene el animal -la labor de acrotalar se realiza en los primeros días de vida del becerro, con el fin de colocar el crotal en las orejas del animal, para así distinguirlo de los demás con su propio número de identificación dentro de la explotación ganadera-.
La persona que realiza la grabación «muge» imitando a la posible madre, pero el becerro embiste metiendo la cabeza y chocando contra la pierna del cámara, demostrando su sangre brava. Lo más importante para la vida de los becerros es que ingieran los calostros maternos durante sus primeras horas de vida para protegerse de las enfermedades. La madre los suele esconder para protegerlos de los depredadores y así ella también puede reponerse un poco yendo a alimentarse mientras su becerro duerme.
En ocasiones, puede pasar que al volver no los encuentren y este vídeo puede ser un ejemplo de ello. En estos casos los vaqueros y mayorales, acrotalan al becerro y buscan entre el lote de vacas las que más probabilidades tienen de haber parido y comienzan a realizar sonidos similares a los “mugidos” para atraer la atención de éstas. Normalmente, suelen atender varias de las vacas, esto sucede al coincidir en el mismo lote diversos partos en un espacio de tiempo cercano. Es aquí cuando comienza a complicarse la faena campera para los vaqueros y mayorales, que tienen que arriesgarse a juntar al becerro con algunas de las vacas que se imponen ante la percepción de algún posible peligro y se vuelven más ariscas en el trato en el campo por tener el instinto maternal a flor de piel.
En cualquier momento y con cualquier movimiento se pueden arrancar intentando defender al becerro. Puede ser que tras varios intentos resulte que no son las verdaderas madres, esto es a causa de su confusión por la pérdida de su becerro, ya que en ocasiones se les puede morir recién nacido en las noches frías de invierno o lamentablemente pueden ser acechados por buitres y por consiguiente cazados. Entre otras de las situaciones tan diferentes que se pueden vivir en el día a día del campo bravo.
Después de toda la labor, al encontrar a la madre se intentan acercar lo máximo posible para que ésta lo huela y lo reconozca, si no lo hace puede llegar a rechazarlo y por lo tanto dejará de amamantarlo. En estos casos, se lleva al becerro a las instalaciones de la finca para tenerlo más vigilado y darle el biberón varias veces al día o también se le puede ayudar a amamantar de una vaca suiza (lechera), si la ganadería cuenta con una de ellas. Poco a poco, con constancia, el animal podrá ir creciendo sano y volver en un tiempo con sus hermanos y hermanas.
El toro bravo es un animal único, da igual de la casta que proceda, cada una tiene su encanto, pero siempre teniendo como base la bravura. Así lleva demostrándolo desde sus orígenes y suerte la nuestra de poder presenciar y difundir momentos como el de este vídeo.
Para los que dicen que el toro embiste porque en la plaza le hacen no sé qué: aquí tenéis un becerrito recién nacido, que apenas se tiene en pie, en pleno campo y ya su bravura le hace embestir.
Para los animalistas: se llama NATURALEZA. pic.twitter.com/ZosD6cJyrD
— Manuel (@Carritima) May 17, 2020