En la localidad jiennense de La Carolina se encuentra la ganadería de Orellana Perdiz, una vacada entroncada en el encaste Murube que vive desde hace años en uno de los lugares más escarpados de Sierra Morena. Se trata de un paraje paradisíaco donde los animales tienen grandes espacios para moverse, los cuales gracias al buen pasto que hay en la zona se muestran lustrosos y sanos. Una zona eminentemente ganadera y cinegética donde también conviven otras especies como el ganado manso, cochinos, caballos, jabalíes, buitres, águilas…
Esta es una ganadería conocida, además, por todos los viajeros de la Autovía de Andalucía, ya que se encuentra a las faldas de esta importante carretera. El hierro sigue apostando por un encaste único desde su creación en 1988 tras la compra de la ganadería de “La Rinconada”, propiedad de D. José Víctor López, formada con vacas de los Hermanos Montoliu Navarro y un semental de Martínez Uranga. Ese mismo año se eliminan dichas reses adquiriendo un lote de vacas de la ganadería de D. Fermín Bohórquez, procedente de Murube, y un semental de nombre “Oloroso” de Urquijo.
Pero no es la única actividad que tiene la familia, la misma también se dedica al negocio de la restauración. Dicha empresa familiar posee en esta zona un hotel con un restaurante con productos naturales gourmet, los cuales vienen directamente de la ganadería -Limusina- ecológica que hay en la finca. Un lugar donde se puede conocer el Castillo que dio nombre a la batalla de las Navas de Tolosa, visitar las ruinas de antiguas minas de Plomo y Plata, así como sus poblados. Una zona donde conviven multitud de animales en un paraje único.
Una finca que tiene una gran historia detrás, aquí se llevó a cabo la batalla de Las Navas de Tolosa que enfrentó en julio de 1212 a un ejército cristiano formado por tropas castellanas de Alfonso VIII de Castilla, aragonesas de Pedro II de Aragón, navarras de Sancho VII de Navarra y voluntarios del Reino de León y del Reino de Portugal contra el ejército del califa almohade Muhammad al-Nasir en las inmediaciones de la localidad jiennense de Santa Elena.
Una batalla que se saldó con la victoria de las tropas cristianas, siendo considerada como una de las más importantes de la Reconquista. Con la visita -hace años- de Toros para Todos a este lugar tan peculiar y tras conocer su historia, Enrique Romero dejó una frase que define perfectamente el lugar donde pastan estos animales: «En aquellas piedras dos ejércitos lucharon por el paraíso… hoy los toros custodian el legado para la humanidad».
En esta finca aún queda en pie un castillo histórico donde se llevó a cabo dicha batalla; ahora, nueve siglos después, viven en sus inmediaciones los astados de esta vacada jiennense. No es un terreno fácil, pero los animales se han adaptado al medio y son capaces de subir por sus empinadas laderas hasta llegar a este castillo donde encuentran cobijo, sin duda, estos astados son los verdaderos guardianes de este paraje tan singular que gracias a los compañeros de Toros para Todos todo aficionado ha podido llegar a conocer.
Los animales utilizan las zonas más escarpadas para aislarse. Gracias a su agilidad consiguen deslizarse por las zonas con más pendiente, lugares donde no llegan los caballos y es difícil que lo hagan los hombres. Aquí encuentran esa soledad que muchas veces buscan estas reses, ya sea en el castillo o en las cuevas que forman las rocas justo debajo del mismo. Llama la atención que incluso los animales son capaces de llegar a la torre más alta del castillo pese a lo complicado del acceso a esa zona.