La finca ‘Los Ojuelos’ está situada en Marchena (Sevilla) y aquí se encuentra parte de la ganadería de Benítez Cubero, una vacada de bravo con un encaste muy definido. La sangre que Diego Hidalgo Barquero crease en 1825 a partir de la compra de reses de origen Cabrera, Vazqueño y Vistahermosa sigue vigente gracias al trabajo de la familia Cubero. Después de sucesivas ventas pasó, en 1910, a don José Domecq, que la aumentó con reses de Felipe Salas (de origen Hidalgo Barquero y Cabrera) y Parladé.
En 1924 la adquirió don Antonio Peñalver, quien en 1929 se la vendió a los señores Pallarés Delsors (bisabuelo y tío del actual propietario) de los que en 1935 la adquirió don José Benítez Cubero, desde cuya fecha conserva el actual hierro. Posteriormente, con el paso del tiempo, se añadiría sangre Pedrajas a este conglomerado de sangres que ya se han convertido en un encaste propio en las manos de la familia.
La familia Benítez Cubero lleva un siglo apostando por la crianza del toro bravo y el caballo en un santuario como es este de ‘Los Ojuelos’, una finca eminentemente agrícola y ganadera. En este lugar se han ido criando paralelamente de la mano el toro y el caballo, una simbiosis que con el paso de los años no ha perdido vigencia. Aquí siempre se han criado caballos funcionales que servían para todas las faenas del campo, así como para el manejo del toro bravo.
La ganadería caballar de la familia Cubero viene de los años 30, cuando el abuelo de José Benítez Cubero, Francisco Pallarés compró de animales a Diego Pascual y Roberto Osborne. En esta ganadería se crían tres razas de caballos: Pura Raza Española, Hispano-Árabes y Tres Sangres. Al igual que los toros, cada caballo lleva un hierro diferente según cuál sea su raza.
En esta casa ganadera las yeguas y los potros viven en completa libertad durante todo el año en una zona de la finca bautizada como ‘Alto cielo’, un cercado con abundante comida donde los animales viven como reyes. Aquí unas 80 yeguas y sus potros viven en total paz y armonía en un entorno único. Ese entorno del que también disfrutan los toros bravos de esta ganadería tan emblemática, a la cual se unieron animales de sangre Santa Coloma vía Buendía herrados con el hierro de Pallarés, segundo apellido de su actual ganadero.
Esta ganadería fue adquirida por doña María Pallarés Redondo, madre del actual ganadero, en 1960, la cual varió el hierro y la aumentó con reses de la de su marido don José Benítez Cubero. En 1980 se anunció esta ganadería a nombre de don José Benítez-Cubero Pallarés y en 1985 a nombre de Hermanos Benítez-Cubero Buendía y a partir de 1995 pasa a anunciarse “Pallarés”. Una ganadería que ya en 1950 sus antiguos propietarios adquirieron de don Joaquín Buendía un lote de vacas y un semental, así como otro lote de hembras de don Luis Ramos Paul.
Por lo tanto, en esta finca conviven toros y caballos en plena armonía, dos razas de animales de gran predicamento en esta zona, los cuales engloban un proyecto ganadero del que llevan apostando en esta casa desde hace prácticamente un siglo. Ese que junto al agrícola son la joya de la corona de la familia.