Viajar hacia la finca cacereña de Las Tiesas de Santa María es hacerlo hacia un lugar único, pero también Monteviejo -la otra finca cercana que posee Victorino Martín– tiene un encanto especial por su orografía y su tierra fértil. Es, además, una finca donde se encuentra uno de los sementales estrella de la casa: ‘Cobradiezmos’ es, sin lugar a dudas, el semental más importante que ha dado la ganadería junto a ‘Belador’, dos toros que se ganaron la vida en Sevilla y Madrid y a los que entendieron a la perfección Manuel Escribano y José Ortega Cano.
El siguiente hecho que recoge el vídeo que incrustamos a continuación sucedió el pasado invierno cuando se estaba realizando el primer saneamiento del año en la ganadería extremeña. Esta es una faena muy engorrosa por la cantidad de animales que hay que mover para llevar de su amplio cercado hasta los corrales. Vacas, becerros y sementales andan nerviosos por el movimiento de cabestros y caballos, según el cercado donde nos encontremos habrá más o menos animales, debido a ello la faena tendrá mayor o menor complejidad.
En uno de los cercados estrella se encuentra este semental junto a sus vacas; la labor se hace sin violentar a los animales, buscando que éstos sigan a los mansos hacia los corrales. Con la totalidad de los astados ya fuera de su cercado, se procedió a separarlos entre grupos: vacas hacia un lado, becerros hacia otro y semental en un corral aparte. Este es el momento para destetar a los becerros más grandes.
Un manejo que no le gustaba para nada al semental: Cobradiezmos no estaba de muy buen humor y eso se notaba en su respiración agitada. su continuo movimiento en el corral denotaba malestar; no quería que lo llevasen de un lugar a otro tomando puertas, sino que él prefería estar en su cercado. Por todo ello fue el primero que se metió en la mangá para evitar que se hiciera daño. Pese a los intentos de los vaqueros, el animal seguía inquieto y moviéndose mucho, algo que imposibilitaba hacer la labor con eficacia.
Pero Cobradiezmos, pese a ver la puerta abierta de la mangá, no salió hacia su cercado, volviéndose sobre sí mismo y poniendo en peligro al vaquero que le había abierto la puerta. Fueron segundos de tensión y peligro, afortunadamente el vaquero estuvo hábil y el toro no hizo por él. Toro y vaquero se miraron a los ojos, y afortunadamente la llamada de otros vaqueros llamó la atención del animal, que se terminó olvidando de él para irse camino de una cerca contigua a los corrales. Afortunadamente las querencias evitaron un problema muy serio.