En un artículo publicado hace unos meses por este medio hablábamos sobre el precio del toro de lidia en plazas como Madrid y la diferencia palpable entre la venta para festejo popular y para festejo en plaza. En sus párrafos se mencionaba también la subida de costes que había experimentado el toro bravo desde la pandemia hasta hoy en día. Sin duda, el aumento del precio de las materias primas también derivado de la guerra de Ucrania ha repercutido sobremanera en los ganaderos.
Si un toro antes de la pandemia podría rondar los 5.000 euros, ahora, con todos los nubarrones que hay encima y con la ya mencionada subida de costes, poner a un toro rematado para una plaza como Madrid no baja de los 6500 €/7000 € si no se quiere llegar al final del ejercicio en números rojos. El valor en plazas de primera se ajusta más o menos al del coste del animal, pero ¿qué pasa en plazas menores? Ahí radica el problema.
Durante muchos años se ha pregonado que el toro de primera te daba una renta, el de segunda valía lo comido por lo servido, mientras que el de tercera se comía aquello que el ganadero había sacado en una plaza de primera. Pero ya nada es así: muchas ganaderías se han visto condenadas al ostracismo por tener un tipo de toro determinado, mientras que otras con la subida de las materias y la inflación han visto cómo ese margen de beneficio se iba recortando.
Si antes se renegaba del toro en las calles, ahora es una válvula de oxígeno para todos los ganaderos, y cuando decimos todos nos referimos a todos. Siempre se ha dicho que para festejo popular se vendía aquellos animales más fuertes y destartalados, pero para nada es verdad; hay muchos pueblos que buscan un animal armónico y con hechuras para embestir. Las peñas de festejos populares tienen un gran conocimiento de las ganaderías que están funcionando, de los hierros que tienen toros aptos para el lugar donde se quiere soltar.
El precio que se pagó por este toro de Partido de Resina
Hay diversos factores que hacen oscilar el precio final de un animal: algún defecto físico del el toro, si está toreado o no, el remate propio del ejemplar, la seriedad de éste o la edad del mismo. También influye la amistad del ganadero con determinadas peñas, algo que ayuda a la hora de cerrar un precio. Además, la compra de varios animales hace que el precio no sea el fijado previamente, aunque la subida de las materias primas ha llevado a los ganaderos a tener que elevar el precio de los animales que tiene en venta.
Por tanto, el valor medio de un toro bravo para festejo popular oscila entre los 5000 y los 9000 € dependiendo de varios factores, aunque hay algunos que han superado las cinco cifras, como aquel ‘Nubarrón’ propiedad de la ganadería sevillana de Partido de Resina, cuyo precio es el más alto jamás pagado por un cerril, concretamente 23.000 € -casi cuatro millones de las antiguas pesetas-. Miles de aficionados procedentes de la provincia de Castellón, pero también de otras limítrofes abarrotaron el recinto de la Vila en las fiestas de la Misericordia de Burriana.
Un toro que, pese a no dar el juego deseado, atrajo a cerca de 40.000 personas en un día histórico para la localidad castellonense. Un toro que fue patrocinado por SATINE, empresa que gracias a su compra provocó un día histórico para el festejo popular.
Las ayudas son escasas y si no fuera por el festejo popular, muchas ganaderías hubieran echado el cierre. Hace falta una reestructuración de costes, un análisis de viabilidad del espectáculo, porque aquí el que siempre paga los platos rotos es el mismo. Muchos de ellos andan verdaderamente agobiados y sin ver una solución a largo plazo, como nos decía Salvador Gavira hace un año en una entrevista concedida a este medio, «al final a los ganaderos se nos pondrá cara de australianos y en vez de toros criaremos canguros».
“Nubarron” de @partidoderesina exhibido el pasado sábado en Burriana. Culto al toro. #BouAlCarrer pic.twitter.com/qwLgELunMd
— BURLADERO JOVEN (@BurladeroJoveen) September 18, 2019