Las cámaras del programa Toros para Todos, programa que dirige y presenta el periodista Enrique Romero, vivieron hace unas temporadas un momento muy curioso en la ganadería sevillana de Partido de Resina antes Pablo Romero. Fue un reportaje donde su Manuel Muñoz, antiguo mayoral del hierro con divisa azul celeste y blanca, explicaba a Enrique Romero la amistad existente entre los cabestros y los toros bravos.
La pregunta que muchos se hacen es la siguiente ¿Cómo es posible que la fiera vaya constantemente por donde le indica el manso? ¿Quién le enseña a obedecer? Para quien no conoce el campo, es difícil imaginar una situación tan paradójica y, sin embargo, la explicación es de sentido común cuando conocemos las características de ambos, esa que un mayoral tan experimentado como el sevillano dejó claro con una breve pero concisa explicación.
«Como habéis visto, cuando le he echado los cabestros a los toros, rápidamente el toro va en busca de los cabestros, porque como los bueyes están castrados no les hacen cara, al no hacerle cara están subordinados al toro y el toro se encuentra como si fuera macho. Ellos creen que son hembras, van y lo huelen y se encariña con ellos, por eso la mayoría de las veces a nosotros en el campo nos es un poquito más fácil andar con los animales, traer y llevar a los toros bravos porque ellos se encariñan con los bueyes y le gusta estar a su lado. Esto se debe a que los mansos están castrados y no le hacen cara para poderse pelear con ellos«, explicaba Manuel Muñoz en el vídeo emitido por el programa Toros para Todos.
Esta explicación de un hombre tan importante en el campo como Manuel Muñoz arroja algo de luz sobre este tema que tanto interés suscita entre los más neófitos al mundo de la tauromaquia. Este hombre de campo, jubilado desde hace años, fue la tercera generación de mayorales tras su padre y su abuelo, los cuales siempre estuvieron ligados a esta legendaria casa ganadera.
Ahora es Joaquín Morera el que hace las veces de mayoral en esta casa, que no hace mucho cambió de rumbo tras la salida de José Luis Algora como representante del mítico hierro sevillano. Una ganadería que durante mediado del siglo XX poseía tres fincas de enorme importancia en la zona: Partido de Resina, La Herrería y Venta Negra, en los términos de Aznalcázar, Sanlúcar la Mayor y Puebla del Río, fueron las que durante muchos años dieron cobijo a los toros guapos de un hierro que durante tantos años criaron y protegieron con mimo toda la familia Pablo-Romero.
Lo único que queda claro es que es casi imposible llevar una ganadería de toros bravos sin contar con la ayuda de los bueyes para los distintos trabajos que hay que realizar con ellos, esos que sirven de lazarillos para unos animales que han convivido desde chicos con ellos, los cuales ayudan a apaciguar a los bravos en momentos de tensión. Pese a que estos pueden reaccionar de forma violenta contra ellos, normalmente los respetan y se dejan guiar por un tipo de animal que han visto pastar junto a ellos desde que vieron sus primeros rayos de luz.