Hablar de Prieto de la Cal es hacerlo de una de las ganaderías más importantes de la provincia de Huelva, divisa que pertenece a actualmente a Tomás Prieto de la Cal y Picón, IV Marqués de Seoane. Este hierro es uno de los más consolidados y prestigiosos de la cabaña brava española, tanto por su antigüedad como por su encaste, ya que es la única que conserva de forma pura la sangre Veragua de una de las siete castas fundacionales del toro de lidia: la casta vazqueña, una auténtica joya genética que se cría a orillas de río Tinto.
Un hierro emblemático que con el paso de los años se consolidó como ganadería de referencia para el aficionado. En la finca La Ruiza pastan animales con un pelaje muy variopinto: jaboneros, melocotones, castaños, colorados, negros… y cómo no, berrendos. Este tipo de pelaje se puede dar en las anteriores capas mencionadas, desde jabonero a negro, pasando por castaño o colorado. Una ganadería con una gran carga genética que su actual ganadero intenta preservar.
Aquí, junto al Río Tinto, los animales descendientes del Duque de Veragua conviven junto a otras especies entre las que se encuentran los caballos, esos que son fundamentales para el día a día de la ganadería. Para que los toros se acostumbre a la presencia de los caballos, los ganaderos hacen que ambos convivan durante un gran espacio de tiempo, con esto ayudan a que su relación se estreche.
Respecto a los equinos, compartir hábitat con el animal bravo les ayuda a respetarlos, a perderles el miedo y que en un futuro no muy lejano puedan trabajar sin problema junto a ellos. El caso que nos traen los miembros del programa Toros para Todos es el del potro ‘Fabuloso’ un animal cerrero, es decir, que aún no está domado, por eso es importante que mantenga el contacto con el toro bravo antes de ser domado.
Con el paso del tiempo este animal volverá a entrar en la cerca donde convivió con los animales bravos desde su destete, allí ya no le causará sorpresa ver a los animales jaboneros de esta emblemática divisa onubense, ni tampoco sus arrancadas, ahora es un gran caballo vaquero, ese en el que puede confiar el ganadero a la hora de hacer las distintas labores de campo.
Esto también ocurre con los potros y las yeguas; éstas normalmente también conviven con las vacas madres de la ganadería en los cercados más amplios de la ganadería. Sin duda una convivencia que beneficia a ambos por igual y que ayuda a poder acabar con ese pasto que abunda en determinadas épocas en el campo bravo. Una convivencia que muchas veces tiene sus lógicos roces, y pese a lo que pudiera parecer en un principio, el animal bravo le tiene mucho más respeto al caballo que éste a ellos.