Siempre hablamos del desconocimiento que tiene parte de la sociedad sobre el toro bravo. Este tipo de animales está continuamente midiendo sus fuerzas, buscando destronar al líder o en su caso proteger aquello que se ganaron en su día. El toro bravo es jerárquico por naturaleza, de ahí que la intromisión de nuevos compañeros en el cercado o la llegada de personas ajenas a él provoquen ciertas reacciones en ellos.
El toro bravo es un animal que siempre defiende su territorio, ya sea en el campo o en los corrales, imponiéndose, como lo que es, el auténtico rey, dueño y señor del lugar por donde pisa. Por eso, al contrario de las predicaciones del animalismo, que en la mayoría de las ocasiones hace gala de su ignorancia en sus exposiciones, jamás debes acercarte a las reses bravas a campo abierto sin estar junto a alguien que los conozca en profundidad. Los vaqueros y mayorales saben de sus reacciones, de sus cambios de humor, por eso ir por libre no es algo recomendable.
El cambio de tiempo, la entrada de nuevos hermanos en el cercado, el olor a vaca en los corrales cercanos… todo influye para que se encienda la mecha. Pero no siempre es así, cuando entran nuevos interlocutores en el cerrado la cosa cambia. Son momentos muy delicados porque el enfrentamiento entre lideres está a la vuelta de la esquina. Algo igual ocurre cuando son embarcados y llegan a los corrales de la plaza, ahí nuevamente las jerarquías cambian y muchas veces se desatan peleas por saber quien manda ahí.
Los operarios de plaza intentan calmarlos con la voz, para ello es fundamental la presencia del mayoral, los toros reconocen su voz y se tranquilizan. En muchas ocasiones vemos como con una manguera se intenta refrescar a los toros para calmarlos, pero según fuentes consultadas por este medio no siempre es productivo realizar esta acción. Los toros son muy sensibles y pueden reaccionar de una forma totalmente distinta a la que se pensaba cuando decidieron realizar esta acción.
Según exponen fuentes veterinarias a este medio, cuando los duchan con agua en los corrales de las plazas de toros, arruinan el esfuerzo de los ganaderos y mayorales para evitar que se monten, y además estresan más a los toros, sobre todo si no están acostumbrados en la finca y es la primera vez que los duchan con manguera. Algo que no saben todos los operarios de plaza y que -al contrario de lo que podían pensar- puede afectar más que beneficiar.