Con los pupilos de la familia Martínez Conradi comenzaba la Feria de San Isidro de 2023. Una tarde donde tomaba la alternativa uno de los novilleros punteros del escalafón junto a dos máximas figuras del toreo en una tarde donde la primera plaza del mundo se llenó hasta la bandera. Julián López ‘El Juli’, Andrés Roca Rey y Álvaro Alarcón trenzaban el paseíllo a las siete en punto de la tarde para estoquear un encierro de La Quinta.
Alarcón le roba naturales de mucho mérito al toro de su alternativa
Al primero le costó quedarse con fijeza en el saludo con que quiso presentarse Álvaro Alarcón como matador de toros, pero luego se empleó con muy buen aire en un primer puyazo y con bravura en el segundo, además de tener mucha clase en el capote bregador de un gran José Chacón. No quiso probar la embestida y se fue directamente a torear, pero eso con un Santacoloma delante termina pasando siempre factura, y terminó no tolerando bien la presencia del torero cerca. Lo comprendió el manchego, que decidió no ligar, sino soplarle tres naturales y uno de pecho sin enmendar la distancia y con mucha pureza al citar. A diestras era otra cosa el animal, y volvió al pitón zurdo para dejar en alto la impresión en el tendido. Quiso terminar con una tanda con la derecha y sin ayudado, pero ya no estaba el animal para acometidas válidas. Lo mató de una estocada enhebrada que los banderilleros convirtieron en buena.
El Juli construye una catedral desde los cimientos y se olvida de poner la cúpula
No mostró claridad en su embestida el cárdeno que hizo segundo en el capote de El Juli, que pacientemente lo templó con suavidad hasta dejarlo en suerte para recibir el castigo. Dos puyazos en los que “Bandolero” cumplió sin más. Pero entre puyazo y puyazo, Julián comprobó que el pitón izquierdo tenía calidad suficiente para buscarle las vueltas a la faena. Y así fue, después de la ceremonia de devolución de trastos, El Juli, con apenas tres muletazos por la cara, se puso en los medios, con la muleta muy templada, y en la distancia corta, primero a media altura para no afligir, fue sobando al toro, haciéndole beber de la muleta, dejándolo llegar mucho a las telas para tirar de su suave pero escaso tranco. Así fue estirando los muletazos, primero al natural, ganando cada centímetro con poder, uno más, y uno más… Y uno más. Hasta alargar el “olé” del tendido que certificó el buen hacer del madrileño. La siguiente serie fue más completa, más ligada, dentro de esa lentitud de la embestida del toro y del trazo de Julián. Redondo. Soberbio. Y por el derecho, por donde en principio el toro protestaba y deslucía el viaje, volvió a edificar su obra, poco a poco, hasta cuajar tres derechazos como catedrales. Volvió al natural para subrayar su autoridad y toda la plaza se rindió a El Juli. La pena fue la espada, contraria, corta y perpendicular. Se atracó de toro. Un golpe de descabello terminó el trabajo y sólo una ovación fue el premio para una obra emocionante.
Roca Rey no termina de dar el paso con un toro que mereció un esfuerzo
Más movilidad y chispa mostró el tercero, al que protestaron sus armónicas hechuras, en el capote delicado de Roca Rey, que dibujó dos preciosas medias antes de cuidar al toro en varas. El peruano le gusta castigar con su muleta. Así llegó el toro muy vivo al último tercio, por eso su recorrido fue largo, pero también muy rápida su forma de revolverse. Por eso Andrés optó por torearlo en línea, enganchando muy adelante y soltándolo muy atrás, aunque no en la cadera, y sin adelantar la pierna, por lo que no hubo sensación de ajuste, lo que pronto levantó las protestas del tendido. Sí, hubo ligazón, ritmo y temple, aún cuando el toro soltaba un ligero derrote al salir de cada muletazo, pero quedó la sensación de un tratamiento liviano, sin sustancia en un torero de tanta capacidad. Por eso, tras el pinchazo y la estocada no hubo más que silencio.
El Juli se estrella con un toro tan guapo como vacío
Distraído resultó en su salida el cuarto, un dibujo del libro de estilo del santacoloma. A veces, incluso, pareció perder el objeto, por eso se llevó el capote de El Juli enredado en su pitón derecho y no permitió lucimientos, tampoco en varas ni en banderillas. Llegó, además, si ritmo a la muleta, dubitativo, incierto. El Juli probó distancias, terrenos, alturas, toques y todas las variables posibles para resolver la ecuación, pero el toro pasó sin más y sin entregarse al mando de Julián que, esta vez, pareció perder los poderes de su varita mágica. Aunque ahora sí metió el espadazo que en el segundo le habría valido el premio. Lástima.
Roca Rey firma una faena sorda, de capacidad y valor sin eco
Más asaltilladas fueron las hechuras del quinto, más terciado a pesar de su correcta conformación, pero que hizo surgir algunas protestas, acrecentadas tras salir del peto (en el que se enceló) doblando las manos. No permitió lances plásticos, ya que se movió sin fijeza ni entrega, embistiendo al paso, revoltoso. Y tuvo la misma tendencia en el tercio de muerte, aunque con el ruedo limpio de capote, caballos y distracciones, se centró en el torero, que se fue a los medios para comenzar en redondo por derechazos. Se tragó dos series en animal, sin decir mucho, de nuevo al paso, pero enterándose de todo. Por eso en la tercera serie, cuando Roca Rey le quiso exigir por abajo, el toro se quiso vencer, rebañando por debajo de la muleta, malicioso. Hasta en dos oportunidades lo hizo, la segunda con más peligro. Entonces Andrés se pasó el útil a la zocata, el toro midió, pero obedeció a regañadientes, y el peruano se ajustó, estoico en tres naturales al ralentí, cambiando el rosa de su taleguilla por la sangre de toro. Una serie corta más, ahora a favor de querencia, poderosa, y después la misma medicina, pero por derechazos. Hubo dos inmensos, pulseando al toro por abajo, por donde Andrés rompió la voluntad del toro, que terminó entregando la cuchara al mismo tiempo que su escaso fondo. Un pinchazo y certera estocada firmaron una faena sorda, de valor y capacidad sin eco.
A Alarcón le pasó factura su escasa experiencia con el exigente sexto
El sexto, también de asaltilladas formas, se movió con más franqueza en el mecido capote de Álvaro Alarcón. Y apretó bajo petos y tras José Chacón y Vicente Herrera, que pusieron valor y torería para dejar los palos en lo alto y recibir una ovación. Se dobló bien el toledano para hacerse con el de La Quinta en la muleta, pues cada embestida pesaba lo suyo. El viento le dejó vendido un par de veces, las suficientes para desengañarse y hacerse más exigente todavía, pues cuando no se le mandaba desde el toque para citar, gobernaba el toro en su embestida, apretando por dentro, protestando con un derrote a destiempo o recortando el viaje. Todo lo tenía que controlar Álvaro, que no encontró la autoridad para ordenar tan difícil tarea.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, primera de abono. Corrida de toros. No hay billetes.
Seis toros de La Quinta, entipados y serios. Con mucha clase y escaso fondo el primero; Bien hecho el segundo, de embestida corta y lenta pero noble. Agradeció el buen trato del torero; De armónicas hechuras el protestado (por su presencia) tercero, que tuvo movilidad, fijeza y recorrido; El cuarto fue un dibujo del fenotipo del santacoloma, pero sin su contenido; De asaltilladas hechuras el quinto, de escaso fondo y entrega; Encastado y exigente el asaltillado sexto.
El Juli (gris plomo y oro): Ovación y silencio
Roca Rey (rosa y plata): Silencio y silencio
Álvaro Alarcón, que toma la alternativa (blanco y oro): Ovación y silencio tras aviso
Incidencias: Saludó José Chacón en el sexto de la tarde.
GALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO