La ganadería de Flor de Jara representa a uno de los baluartes del encaste Santa Coloma junto a hierros como el de La Quinta, Rehuelga o Ana Romero, una serie de divisas con sangre Santa Coloma que han buscado con el tiempo un tipo de toro diferente al resto al tener en su sangre distintas variantes de este encaste. Una apuesta sin fisuras por un tipo de animal de gran bravura y entrega pero que con el tiempo fue saliendo de las ferias al no tener un esqueleto ni una arboladura para la exigencia de las plazas de primera.
Una divisa, esta de Flor de Jara, que tiene una gran historia detrás, un hierro que perteneció a la familia Buendía y del que conocemos su historia gracias a la RUCTL. Fue fundada por don Manuel Suárez Cordero con reses adquiridas a doña Isabel Montemayor, viuda de Pedro José Picavea de Lesaca, pasando en 1850 a su hijo don Manuel Suárez Jiménez. En 1868 es adquirida por doña Dolores Monje, viuda de Murube, que la aumenta con reses de don José Arias de Saavedra.
En 1884 vendió la mitad de la ganadería a don Eduardo Ibarra, el cual en 1904 la divide en dos lotes, uno para don Fernando Parladé y otro que adquiere don Manuel Fernández Peña, adquirido a su vez en 1905 por el Conde de Santa Coloma, que la aumentó con reses del Marqués de Saltillo llevando dos ramas por separado. En 1932 la adquiere don Joaquín Buendía Peña el cual acabaría creando un encaste propio tras varios decenios en sus manos.
En 1996, al amparo del artículo 6º bis c), don Joaquín Buendía hace tres lotes de machos y de hembras de igual número que se reparten entre sus hijos y se adjudica una parte a “Bucaré”, esa que en 2008 sería adquirida por su actual propietario, el cual decide trasladar la vacada a Colmenar Viejo, manteniendo intacto tanto el hierro como la divisa y la señal de oreja, variando el nombre de la ganadería a “Flor de Jara”.
Carlos Aragón Cancela ha trabajado en silencio durante estos años al frente de la vacada, tiempo en el que ha lidiado novilladas importantes en plazas como Madrid. Su concepto de toro hizo que la ganadería no se embasteciera y tirara por los derroteros de una bravura malentendida, esa que te podía llevar a difuminar las virtudes de la casa por querer irse hacia una casta más cerca del genio que de la bravura. Afortunadamente en estos más de 15 años el concepto de toro se ha mantenido intacto, ese que no van a cambiar drásticamente sin antes tener una lógica evolución.
Una ganadería que cuenta actualmente con 160 vacas de vientre, entre las que destacan por su belleza y los productos dados en la casa: Chinchosa 888, Pegajosita 863, Mocosa 527, Callejona 169, entre otras, todas ellas con el hierro de Flor de Jara (antes Bucaré) o Perezosa 184, última reproductora de la casa marcada a fuego con el hierro de Joaquín Buendía. Hay que recordar que de las de las 164 vacas que la familia Cancela le compró a los Buendía en 2008, 58 venían herradas con el hierro de Don Joaquín Buendía, teniendo el resto con el hierro de Bucaré.
Vacada que cuenta para este 2024 con un importante número de animales: “La camada no es muy larga, tenemos unos 50 animales entre toros y utreros, de ahí no queremos movernos. Estamos muy ilusionados tanto con los animales del guarismo 0 como del 1 al venir de sementales que nos están dando muy bien, ojalá salgan como sus hermanos y sus hermanas, eso sería una señal tremendamente positiva”.
De esa camada Carlos nos especifica los pasibles destinos: «Vamos a tener dos corridas de toros completas, una para un desafío y un toro para una concurso. La camada ha dado toros bajos, de manos cortas, lomo recto y una cara muy bien colocada. Evidentemente hay animales con más seriedad que otros, pero siempre manteniendo ese pitón que le da belleza al animal. Respecto a las novilladas tenemos preparadas dos con caballos y una sin ello, tampoco queremos abrir la mano y llevar animales que no estén en consonancia con su encaste».
De esa camada Carlos nos especifica los pasibles destinos: “Vamos a tener dos corridas de toros completas, una para un desafío y un toro para una concurso. La camada ha dado toros bajos, de manos cortas, lomo recto y una cara muy bien colocada. Evidentemente, hay animales con más seriedad que otros, pero siempre manteniendo ese pitón que le da belleza al animal. Respecto a las novilladas tenemos preparadas dos de utreros y una de erales, tampoco queremos abrir la mano y llevar animales que no estén en consonancia con su encaste”.