La historia del toreo está salpicada de anécdotas que son bien conocidas entre los aficionados más profundos, pero existen otras que no lo son tanto. Sobre todo entre toreros un poco más modernos, pero que aún vivieron aquel tiempo en que la personalidad era el común denominador entre las figuras. Máxime en una época en la que existían tantos matadores del máximo nivel que dirimían sus cuitas con amplias dosis de carácter.
Dos de estos toreros eran el madrileño José Miguel Arroyo ‘Joselito‘ y el alicantino Luis Francisco Esplá, que se las tuvieron ‘muy tiesas’ a cuenta de un hecho producido por la tradicional costumbre de compartir el tercio de banderillas con los compañeros que también las ponían. Un hecho que les relató el propio Joselito a los alumnos del Curso de Periodismo Taurino el pasado 3 de febrero, en una visita sorpresa que les realizó durante una de las clases que se estaban impartiendo.
Según el propio Joselito, la anécdota se remonta a sus primeros años como matador de toros, cuando el desparpajo que lucía era algo más de lo normal para la época. Esa chulería madrileña del barrio le salió a José cuando estaba dejando de banderillear sus toros, porque «aquello era una cosa que te enseñaban en la Escuela de Tauromaquia, donde te preparaban para todo», explicaba el torero, «pero a mí nunca me gustó, y no me veía cómodo con ello». Eso, claro está, no tenían por qué saberlo sus compañeros de cartel, y ahí fue cuando llegó el conflicto.
«Era una de las primeras veces, si no la primera, que yo toreaba con Esplá», relataba José divertido, «que entonces ya tenía su vitola de figura. Estábamos en Madrid y yo quería dejar de poner banderillas, pero él pidió dos pares en su toro y me ofreció uno. Yo me hice el loco por el callejón, que para eso había tomado el burladero más lejano, pero él me esperó y me ofreció los palos. Yo lee dije que no con la mano y él insistió, pero yo era muy chulo y no quise tomarlos, por muy Esplá que fuera el que me los ofrecía. Después de un rato de tira y afloja, él decidió que ya estaba bien y que había que seguir con el festejo, pero se enfadó por el gesto».
Si creía José que a Luis Francisco se le iba a olvidar el asunto -como era el caso-, estaba completamente equivocado. Pero aquel día había sido en Madrid. La siguiente «fue en Alicante, donde yo compartía cartel con él y con su hermano Juan Antonio, que también ponía banderillas», recueda el madrileño. «Esplá, figura como era y con carácter para no dejarse afear por un imberbe», continuaba relatando Joselito, «volvió a intentar que compartiese banderillas, pero esta vez con él y con su hermano. Yo, por supuesto, volví a decirle que no. Y por más que intentaron uno y otro que tomase los palos, me negué así viniese el Papa de Roma. ¡Pues menudo era yo!», señalaba José entre risas. Y no compartió el tercio con los hermanos Esplá. Es más, no volvió a banderillear un toro.
Pero aquel ‘desplante’ a una figura consagrada iba a traer sus consecuencias, porque era, además, el choque de dos personalidades de las más acusadas que ha habido en el toreo. «Es verdad que Esplá se lo tomó muy mal», recordaba José, «y estuvimos muchos años sin hablarnos, porque yo tampoco era dado a dar mi brazo a torcer. Así ha sido hasta hace muy poco, que ya tenemos una edad para comprender que aquellas cosas hoy no pasan de ser una anécdota divertida», concluía el torero de Madrid.
Una muestra más de la riqueza de eso que se da en llamar ‘las cosas del toro‘.