En la profundidad de nuestras dehesas, en las zonas más cercanas a la marisma, en esos amplios cercados de la campiña o en plena sierra, pastan una amalgama importante de hierros que protegen la biodiversidad de una zona que, sin la presencia de este animal, tendría más oscuro su porvenir. Aquí fauna y flora se dan la mano para ir juntos en un camino cada vez más encrespado por una legislación urbanita que confunde protección con intervencionismo.
Un amplio número de hectáreas que tienen al toro bravo como eje, ese que durante varios meses disfruta de su harén, de una tropa de vacas que tiene a su disposición para perpetuar una simiente que viene de varios siglos atrás. Los sementales con experiencia saben que durante varios meses su único trabajo será comer y dormir, al ser este un animal poco dado a moverse si no se le aprieta, sin embargo, también conoce cuando será el momento de dejar a sus hermanos para ir en búsqueda de su tropel de hembras.
Animales que se conocen a la perfección el camino a casa, ese cercado donde cada invierno su ganadero le abre la puerta. Pese a o ser un semental con una edad importante, “Tomatero” sabe perfectamente que el salir del cercado de sementales únicamente supone una cosa, irse con las vacas. Para evitar que los toros estén calientes y se monten unos a otros, los cercados de las hembras en celo suelen estar alejados, así se evita echar más leña al fuego.
Arropado siempre por los bueyes. El toro camina a paso lento hasta que en un momento, debido al mencionado olor a vacas, cambia su comportamiento, volviéndose violento y cambiando el ritmo de paso. Ese es el momento de volver a arroparlo con los mansos para frenar su velocidad. Pese a ello arranca a galopar, saliéndose del amparo de los cabestros, teniendo que bajarle los humos uno de los vaqueros que andaba abriendo la comitiva.
La apertura de la cancela hace que el animal entre sin problemas en una cerca donde le esperan un número importante de animales. Durante estos meses que “Tomatero” esté con las hembras, este deberá dejar cubiertas al mayor número posibles de hembras. De no hacerlo entraría el semental conocido como «de repaso», el cual se encargaría de rematar el trabajo que no hicieran sus hermanos. Un reportaje que se efectuó en la ganadería sevillana de Torehandilla tiempo antes de su venta y posterior traslado a ‘Soberbina’, finca situada en Sanlúcar la Mayor.