Con la temporada tomando velocidad de crucero, son muchas las ferias del verano que andan enfrascadas en la confección de sus carteles. Plaza como Pamplona, Huelva, el Puerto de Santa María o Bilbao están tomando nota de todo lo que suceda en la primera plaza del mundo para ir subrayando en rojo algunos nombres. Una serie de cosos donde sus empresarios o comisiones buscarán darle hueco a esos toreros jóvenes que buscan meter la cabeza de forma definitiva en el circuito.
El aficionado espera impaciente las primeras filtraciones de unos carteles que deben ser presentados con la antelación suficiente para empezar con la renovación de abonos, nuevas altas y venta de entradas. Una de las incógnitas de la temporada está en ver si algún empresario logra la contratación de José Tomás para alguna de esas plazas que da toros a partir de la entrada de un verano que va acompañado de un sinfín de carteles.
Todo lo que rodea al diestro de Galapagar está acompañado de un halo de misterio, un silencio que pocas veces se rompe por parte de un círculo que lleva tiempo siendo fiel a una forma de actuar. Lo único que se sabe es que anda preparándose intensamente en el campo tanto matando toros como toreando vacas. Una puesta a punto que no tiene que ir ligada a una preparación de cara a una corrida en particular, sino a estar en contacto con el toro y sus embestidas.
Ya comentó en su día el diestro madrileño que “Vivir sin torear no es vivir”, de ahí que no extrañe nada verlo vestido de corto en ganaderías como Jandilla, El Pilar, Victoriano del Río, Juan Pedro Domecq, Gracigrande o La Palmosilla entre muchas otras, vacadas, por otro lado, muy del gusto de un espada que se exige una barbaridad cada vez que se pone delante de un animal bravo. Un torero que también tiene una estrecha relación con otras vacadas más humildes, hierros que no copan el foco de las ferias, pero que poco a poco van escalando posiciones.
Una de ellas es la vacada de Piedra Escrita, hierro de procedencia Núñez del Cuvillo que hace unos días lidió un extraordinario encierro en la final del “Alfarero de Plata” celebrado en la localidad toledana de Villaseca de la Sagra. Un hierro situado en el término municipal de El Real de San Vicente, y que desde hace años cuidan con mimo Daniel Alcázar y Félix Maqueda, dos aficionados que tienen una muy buena relación con el espada madrileño, un torero que desde hace tiempo se deja caer por esta vacada para ponerse delante de los cuvillos de toledanos.