Muchos son los ganaderos de bravo que en los últimos años están dándole la vuelta como un calcetín a las fincas que dan cobijo a dichos animales para sacar un mayor rendimiento de éstas. Hierros que durante la pandemia sufrieron un duro golpe al no poder lidiar los animales que con tanto esfuerzo habían criado durante cuatro y cinco años. Muchos de ellos se vieron obligados a mandar gran parte de la camada al matadero, y ni tan siquiera los hierros top se salvaron de esa quema que afecto la cartera de gran parte de ellos.
Como contábamos en otras ocasiones, hace lustros que las vacadas abandonaron las tierras fértiles de la campiña o la marisma para asentarse en las primeras estribaciones de la sierra. Un importante número de vacadas buscaban sacarle un mayor rendimiento a esa tierra donde habitaba el ganado bravo, pero que ahora sería únicamente utilizada para la agricultura. Pero sto no ha sido una tónica habitual, otros ganaderos superon explotar cada metro de su finca con la rotación de cultivos, reduciendo -en algunos casos- los espacios y uniendo a la totalidad de los animales durante el verano en la zona de la rastrojera.
Una de las ganaderías que poco a poco ha ido adaptando su finca a los nuevos tiempos es Don Tello, finca propiedad de Borja Domecq. Como bien nos contaron en su día los compañeros de Extremadura 21, «la Dirección General de Sostenibilidad de la Junta de Extremadura ha formulado informe de impacto ambiental del proyecto ‘Modificación de características de una concesión de aguas superficiales del río Guadiana’«, narraba la resolución para poder plantar esta finca.
La finca en cuestión «tenía autorizadas por resoluciones de 18 de febrero de 1976 y de 11 de diciembre de 1978, dos concesiones con destino al riego de 57.9872 y 277.0000 has a favor de Señorío de Bariaín, SA, una vez adquirida la finca en 1998 por Vegahermosa SL, ésta acuerda con el Órgano de cuenca llevar a cabo la regularización de las concesiones«, que han dado lugar a la implantación del olivar.
Con ello se buscaba realizar una reconversión de la vocación productiva de la finca para transformar los cultivos anuales a cultivo de olivar en diferentes densidades. Hay que tener en cuenta que Don Tello había tenido como actividad principal la cría de ganado de lidia, algo que iba a modificarse para sacarle mayor recurso a ésta, modernizando el sistema de riego existente hacia un sistema de riego por goteo que pudiera dar entrada a otros cultivos, entre ellos el antes mencionado del olivar.
Según la citada información la superficie de riego pasaría a ser de 331,0522 hectáreas, de las cuales 309,1894 hectáreas se destinarán al cultivo de olivar y 21,8628 hectáreas al cultivo de cereal. Con esta nueva concesión el toro bravo pasaba a compartir terreno con este nuevo tipo de cultivo. Según ha podido saber este medio la mayoría de las citadas 300 hectáreas destinadas al olivar superintensivo fueron arrendadas al grupo De Prado, quedando en manos directas de la familia unas 100 en intensivo que planto Borja Domecq Solís.
Como podemos ver en las imágenes captadas por José Joaquín Diago, los toros de saca del hierro de la estrella de las cinco puntas (Jandilla) y el hierro de la Mercedes (Vegahermosa) siguen habitando en cercas más pequeñas cuando llegan a los cuatro años, distinto es el caso de utreros, erales o añojos, los cuales ha visto como el olivar tomaba cuerpo en distintas zonas de la finca. Hay que recordar que una vez que la ganadería abandonó la finca Jandilla, Borja Domecq Solís asentó su proyecto ganadero tanto en la citada finca ‘Don Tello’ (Mérida) como en `Los Quintos´ (Llerena), lugar donde se encuentran los distintos lotes de vacas con sus respectivos sementales. Una finca donde se realizan las labores de herradero y saneamiento, amén de la tienta de las vacas que componen la camada.