El pasado fin de semana (pese a la floja entrada en los tendidos) se vivió una de las tardes más intensas de lo que llevamos de temporada en el coso de Las Ventas con el desafío ganadero entre el hierro cordobés de Saltillo y el leonés de Valdellán. Una corrida que volvió evidenciar el buen momento por el que pasa un espada que ya en Bilbao perdió el triunfo por la espada. Se trata de Damián Castaño, matador de toros salmantino que rozó con los dedos una salida en hombros ganada a ley.
Pero amén del interesante juego de la corrida el aficionado ya tenía el ojo puesto desde el desembarque de los astados días atrás. El poder conocer de primera mano la presentación de la corrida y el poder ver a los astados venidos desde dos puntos tan opuestos de nuestra piel de toro era algo que ilusionaba al aficionado venteño. Si todos los desembarque de las corridas deben hacerse sin molestar a los animales en esta ocasión todas las precauciones eran pocas debido al carácter de dos ganaderías muy particulares.
El que los toros no se pegaran o que estos no se estropearan los pitones era algo que preocupaba en exceso tanto a sus propietarios como a Florito y la autoridad. Madrid es una plaza con un número amplio de corrales, de ahí que se pudieran separar los astados si se encendía la mecha. Gracias al vídeo ofrecido por Plaza 1 pudimos ver la reacción de dichos astados al encontrarse con sus hermanos de camada. Una reacción que ya esperaban todos aquellos que tuvieron la suerte de estar en la plaza aquel día.
Dos ganaderías de sangre caliente que propiciaron momentos de tensión en esos minutos posteriores a su bajada del camión. Por todo ello era fundamental la presencia del agua para calmar a unos animales que llevaban varias horas dentro de un espacio muy reducido como es el cajón de los camiones. Como se aprecia en las citadas imágenes ofrecidas por la empresa, tres de los toros del hierro leonés se dieron la cara nada más poner un pie en los corrales, afortunadamente la rápida intervención del personal de plaza evitó males mayores.
Se trataba de unos animales de una mirada penetrante, unas defensas que daban pavor y una agilidad bárbara en sus movimientos pese a ser astados de gran pesaje. Hay que tener en cuenta que todos los animales sobrepasaron holgadamente los 500 kilos, siendo el primero de la tarde marcado a fuego con el hierro de Saltillo el único que alcanzó los 600 kilos de peso. Una corrida donde estaban anunciados Sánchez Vara, Rubén Pinar y Damián Castaño, tres espadas acostumbrados a hacer frente a este tipo de animales.