Hablar de la figura de Enrique es hacerlo de una de las máximas figuras que ha dado el toreo contemporáneo. Diestro de gran temple e inteligencia delante de los animales, este supo estar a la altura de astados de encastes y ganaderías tan opuestos entre sí como Samuel Flores, Victorino Martín, El Puerto de San Lorenzo, Araúz de Robles, Jandilla, Capea o Alcurrucén, entre muchos otros con los que se anunció en las primeras plazas de España y Francia.
Enrique Ponce fue un niño prodigio del toreo. A los 8 años se puso por primera vez delante de una becerra. Su abuelo Leandro fue uno de los artífices de un paso adelante que le llevó a torear 59 novilladas en un lejano 1989 donde ya triunfaba con los del castoreño. El 6 de marzo de 1990 tomaría la alternativa en Valencia de manos de Joselito y Litri con una corrida de Puerta Hermanos/Diego Puerta. Poco a poco y una vez asentado en el escalafón superior conseguiría alumbrar al torero, ese en el que mandaría durante los años 90 y el primer cuarto del siglo XXI.
Sin contar las múltiples salidas en hombros en Valencia, Bilbao o La México, Madrid fue esa plaza que lo consagró. Un espada que confirmó su alternativa el 30 de septiembre de ese mismo año de manos de Rafael de Paula y Luis Francisco Esplá. El valenciano ha abierto la Puerta Grande en cuatro ocasiones (1992, 1997, 2002 y 2017) y ha cortado un total de 17 orejas, aunque la espada le ha privado de muchos triunfos, como aquella tarde con ‘Lironcito’ de Valdefresno, el toro de la consagración de Ponce en esta plaza (27 de mayo de 1996).
Enrique ha toreado en las fechas más importantes del calendario venteño a lo largo de su carrera. Tres de ellos fueron en La Beneficencia, cuatro en la corrida de La Prensa y dos más en la Goyesca del 2 de mayo. Durante su dilatada carrera se anunció una tarde con seis astados, actuando tres tardes más en mano a mano con espadas de la talla de César Rincón (dos) y José María Manzanares.
Miguel Abellán, El Juli, Valverde, Castella, Álvaro Justo, David Galán, Román, Varea y Colombo, han sido los ocho espadas a los que le confirmó su alternativa, teniendo que sumar esta próxima Feria de Otoño a Samuel Navalón, un nombre más a añadir a su extensa lista. Una serie de espadas que han conseguido asentarse durante un tiempo de su carrera en las ferias más importantes de Europa y América, algo a lo que aspira el reciente matador de toros nacido en Ayora (Valencia).
Durante todos estos lustros en activo, Enrique ha rivalizado con espadas de la talla de José Miguel Arroyo ‘Joselito’, José Tomás o Julián López ‘El Juli’, entre otros, espadas que nunca dieron un paso atrás en aquellas tardes donde estaba presente el diestro de Chiva. Durante los años 90 alternaron los llamados los tres tenores del toreo, un sobrenombre que nació a raíz de un duelo de quites histórico en Las Ventas con una corrida de Samuel Flores. Un cartel compuesto por Joselito, Enrique Ponce y Rivera Ordóñez que se repitió por infinidad de plazas.
Una carrera que también ha tenido en plazas como Sevilla, Barcelona, Córdoba, Málaga, Zaragoza, Santander, Ronda, Jaén, Salamanca, entre muchas otras, o las citadas de Valencia, Bilbao, La México. Triunfos importantes, consiguiendo el valenciano salir por la Puerta del Príncipe o los Califas, algo al alcance de un ramillete de espadas por el número de orejas que se necesitan para traspasarla en volandas. El día 9 será su adiós de los cosos a este lado del charco, ese que tendrá su continuidad en ferias de gran boato en el continente americano.