Muchas son las vacadas de bravo que han sufrido un duro revés a lo largo de su historia, hierros que por una serie de motivos ven menguado su hato de vacas, ya sea este por una enfermedad, división de la ganadería o un furibundo ataque de animales que cohabitan con ellos en la sierra. Situaciones que muchos criadores de bravo no son capaces de controlar, escapando estas de su control. Eso pasó recientemente en la vacada de Ignacio Frías, un hierro humilde pero con una simiente de gran calidad.
Se trata de una vacada que tiene dos líneas perfectamente marcadas provenientes de vacas y sementales de dos procedencias diferentes, pero una base genética fuera de toda duda. La sangre Núñez-Villamarta (oriundas de las ganaderías de Paquirri y Camacho) se fundió con el paseo de los años con aquella proveniente de la rama Salvador Domecq-Algarra, creando un tipo de animal con unas características zootécnicas muy particulares.
Pero ese proyecto ganadero se vio truncado por la aparición de la Tuberculosis, uno de los mayores temores de los ganaderos y que contagian animales silvestres como ciervos, corzos o jabalíes. Tras casi cuatro años sin la guadaña de la citada enfermedad sobre su cabeza, este ganadero afincado en tierras de Ciudad Real veía como debía mandar al matadero a un buen número de animales. Fueron momentos muy duros que el propio Ignacio Frías nos contó en una entrevista realizada allá por el mes de septiembre.
“Ha sido un palo muy duro, ver como te sacrifican unas 30 hembras, un semental y tres añojos es para replantearse todo esto, pero no estoy aquí para llorar, sino para tirar hacia adelante. Por desgracia ya aceptamos hace tiempo que esto puede pasar aunque sea a costa de las vidas de nuestros animales” comentaba Ignacio Frías tras el este problema que asoló su vacada durante el pasado verano.
“Esto le ocurre a un número importante de ganaderos, la administración no hace nada y Europa mira hacia otro lado” explicaba un ganadero muy dolido con una situación que afecta a un número importante de compañeros. Una piedra en la rueda que no le va a hacer desistir de este sueño ganadero. “Yo he pasado de tener unas 130 vacas a quedarme en unas 80-85, de ahí que ya esté dándole vueltas a la cabeza para ver esas ganaderías que se ajustan más al animal que tengo en casa y que quiero para el futuro”.
Un trance muy complicado el que está pasando un criador de bravo, pero que le fortalece de cara al futuro. “Mi padre y mis hermanos las han pasado “canutas” siendo ganaderos, pero ellos no han pasado una pandemia como yo” explicaba a este medio sin cortarse un pelo. “Como se dice vulgarmente ya me ha salido callo, y aguando lo que sea, mi afición puede más que cualquier problema que se plantee en un momento determinado” volvió a recalcar un ganadero que no va a arrojar la toalla pese a esta situación tan complicada.