Fernando Adrián empataría en número de trofeos con su compañero Alejandro Talavante tras pasearle las dos orejas a un animal de vuelta al ruedo del hierro salmantino de Domingo Hernández. Una faena de gran calado en los tendidos que volvió a poner en sus manos un premio de puerta grande -en los festivales no se sale a hombros- tras una temporada donde rayó a un gran nivel. El madrileño consiguió cuajar a un novillo de grandes virtudes y regalarle a la afición madrileña una faena de altos vuelos.
Una entregada obra de arte de Fernando Adrián al quinto, de vuelta, le sirve para pasear las dos orejas
El quinto de Domingo Hernández ya tenía cumplidos los cinco años, pero se abrió mucho en un saludo delicioso de Fernando Adrián a la verónica, que culminó con una media verónica deletreada, muy ovacionada en los tendidos. Fue magnífico el inicio de Fernando con la muleta, de rodillas en los medios y arrastrando la muleta despacito para meter los riñones y que el animal hiciese lo propio detrás de la muleta. Formidable el torero y magnífico el animal, codicioso y con la clase a la altura del toreo de mano diestra del madrileño, que hasta le dejó un pase de pecho de 360 grados, con cambio de mano y sin mover los pies del suelo. El tendido en pie, rendido a la profundidad de Fernando, cuya intensidad terminó haciendo que se rajase el tremendo toro de Domingo. Pero aún embistió con la misma codicia en un hermoso final de doblones hacia adentro tras el que firmó un formidable volapié que le puso en la mano las dos orejas.