AL NATURAL

Roca Rey: hasta aquí hemos llegado


jueves 12 diciembre, 2024

El peruano puede tener en la cabeza lo mismo que otras muchas figuras antes que él: torear menos por más. Y yo haría lo mismo...

Roca Rey Ventas Saludo
Roca Rey saluda una ovación en Las Ventas. © Luis Sánchez Olmedo

El toreo se ha parado. No con una media, ni con un natural, ni con una trincherilla de gracia suprema: con una decisión. La que parece que ha tomado Andrés Roca Rey y a la que -pese a quien le pese- tiene todo el derecho del mundo: torear menos por más. La deriva de los acontecimientos y el mutismo por parte de un torero que ahora está disfrutando de unas merecidas vacaciones -porque no ha parado de torear hasta ayer, como quien dice, y ya lo está esperando otro tramo importante de temporada en América- hace que analicemos cuál puede ser su intención de cara a 2025, y a mí se me antoja lógica.

Hablamos de un torero que no ha dejado de enlazar campañas en Europa y en América casi desde que andaba sin caballos; que ha mantenido la exigencia en sus máximos niveles desde que debutó de novillero con las más altas expectativas que se recuerdan en las últimas décadas; que se ha cargado con el peso de las taquillas y con su tiranía desde el mismo momento de tomar la alternativa; que se ha medido con toros, toreros y prensa; con viajes, hoteles, promociones -porque este no se tapa ni manda a nadie a representarlo- y obras benéficas. Este tipo, que se acostumbró pronto a ser un niño adulto, parece haber decidido que hasta aquí hemos llegado y que ha tomado las riendas de su carrera para gestionarla él mismo y no hacer nada que no quiera (desee, necesite o sienta) hacer.

Y todo eso es normal. Es hasta recomendable, porque Andrés ya no es ningún niño, y la carne que pone en la apuesta es la suya. Ha tenido ya varios percances graves, algunos de ellos no han dejado secuela de forma milagrosa, y a ese ritmo no se puede estar toda la vida sin necesidad alguna. De modo que si es verdad que la gente quiere verte con ese ansia que demuestran las taquillas, y que has sido el revulsivo que necesitaba la juventud para volver a acercarse al toro, torear menos supondrá una mejora en la calidad para esa gente -no se puede estar 70 tardes al nivel que se le exige a Andrés- y un descanso para que el principal embajador que tiene el toreo entre los jóvenes no se vea con el atragantón por exceso de trabajo. Torear y trabajar siempre tuvieron perfectamente definida su frontera…

Así que comprendo, si así lo decidiera, que Roca Rey comience en Sevilla, el Domingo de Resurrección, una fecha muy significativa para el que manda -hoy por hoy- en las taquillas. Aunque también entiendo que para los que tienen que hacer los carteles anteriores al mes de abril esto signifique un grave contratiempo. El que trabaja e imagina ya tendrá en la cabeza un plan B, y el que no… a lo mejor tiene que plantearse su capacidad para la gestión. La apuesta por los jóvenes llamados a sustentar la tauromaquia en unos años nunca es mala idea. Aunque debamos educar al aficionado antes e invertir en un trabajo del que todos nos beneficiaremos a la larga -por lo que todos estaremos dispuestos a colaborar… o deberíamos-.

Porque ese es otro asunto. Y no por espinoso conviene no abordarlo, como ya hemos hecho en numerosas ocasiones desde esta tribuna: ¿qué ocurriría si a Andrés, en un par de años o tres, se le ocurriera decir que ya ha pasado bastante miedo y que se va a disfrutar de lo realizado? Por joven que fuera, ya estaría metido en la treintena, y sin necesidad de ‘aguantar’ a nadie. Para entonces, los que hoy siguen al peruano en la taquilla serán cuarentones , y es necesario que hayamos creado más ídolos, más espejos, más figuras, más… llamémosle como queramos. Pero al que hable de falta de responsabilidad, de compromiso o de vergüenza con un torero que está sujetando el mundo muchos se empeñan en hundir es que no tiene nada más que jeta. Y de esa sí que andamos sobrados en el toro.

Este puñetazo en la mesa -de confirmarse mi sospecha- pondría en su sitio a muchos, pero sobre todo pondría en su lugar a un torero que ha dejado de ser un niño. Y tiene todo el derecho a ello. Si no, ¿cómo explican que la confección de San Isidro -supeditada por fuerza a la presencia de Andrés- esté sobre la mesa en la elaboración de unos carteles de Fallas donde no estaría el peruano…?