Siempre es una buena noticia informar de la creación de nuevas vacadas de bravo, proyectos que nacen con el objetivo de ir poco a poco subiendo escalones para tener -algún día- la oportunidad de poder lidiar en plazas de relevancia. Pese a la difícil situación que vive el campo, eso parece que no es freno para una serie de ganaderos que se echaron el petate de la Fiesta a la espalda para emprender un camino ilusionante pero cargado de incertidumbre.
Pero dentro de estos nuevos proyectos ganaderos hay algunos que empiezan desde cero con un hierro de nueva creación o uno de segunda, como se solían llamar hace algunos años, y otros que se cimentan sobre una sangre histórica y un hierro histórico dentro de la cabaña brava. Este es el caso de vacadas como Hernández Pla, Pérez de la Concha, Dª Esperanza Domínguez Castaño (antes D. Juan José González) o Dª Begoña Pérez-Tabernero Angoso (antes D. Antonio Pérez de San Fernando), vacadas de nuevo cuño, pero con un hierro que impone respeto por la historia del mismo.
Si nos ceñimos a las vacadas que han iniciado esta aventura en 2024 hay uno que lleva por bandera la sangre Santa Coloma-Buendía, una hierro que se construye sobre los animales que la familia Quintas vendió recientemente a Abraham y Luis Pérez Cabezudo, dos amantes del toro bravo, y en especial de esta sangre que en 1932 compran D. José Buendía y D. Felipe Bartolomé a Enrique de Queralt y Maquieria, Conde de Santa Coloma. Un tipo de toro que moldearía a su gusto un Joaquín Buendía, quien en ese momento contaba únicamente con veinticinco años de edad y que durante décadas gestionaría el hierro de su padrino y la vacada familiar.
Fruto de esa selección se acabaría creando un encaste propio dentro de la sangre Santa Coloma, la línea Buendía. Pero esta no es el único encaste surgido de la rama Santa Coloma, en Salamanca Francisco Sánchez, conocido como Paco Coquilla y Graciliano Pérez-Tabernero también consiguieron crear un encaste propio con particulares muy definidas que le hacían diferente al resto dentro de este encaste.
Muchos han sido los criadores de bravo que se han nutrido de esos encastes, siendo la rama Buendía aquella que eligieron los hermanos Pérez Cabezudo para comenzar su proyecto ganadero. Como bien contamos en la parte superior de la noticia estos fueron a casa de la familia Quintas para adquirir 25 vacas de vientre (número mínimo para dar de alta un nuevo hierro), un número de animales no muy alto al ser La Machamona una divisa que no supera las 100 madres (actualmente unas 90). Respecto al semental, no ha entrado ningún macho en la compra al tener Abraham y Luis un ejemplar que realizara dichas funciones.
Así comienza la andadura de esta nueva vacada de bravo al que estos hermanos le darán forma en la finca ‘Pajar Blanco’, situada esta en la localidad madrileña de Robledo de Chavela. Una explotación ganadera que en los últimos años ha dado cobijo a un importante número de animales de sangre Martínez, de ahí que en esta explotación se pudieran ver astados berrendos pese a no ser de la propiedad de los hermanos Pérez Cabezudo. Recientemente son los utreros de este encaste los que pacen en los dentro de la linde de una familia muy ligada a la casa Quintas.
De esta manera los hermanos Pérez Cabezudo (antes Pérez Villena) quieren continuar con el legado familiar, con lo aprendido de sus antecesores, pero empezando desde cero con la creación de una vacada en pleno corazón de la Comunidad de Madrid. Esa estrecha relación con la familia Quintas les ayudará a ir poco a poco tomándole el pulso a un encaste con una personalidad propia, un tipo de animal al hay hay que conocer para sacarle todo el partido.