Hablar del pelo jabonero es hacerlo de la sangre veragua esa donde destacan animales de gran trapío, enmorillados, con papada breve, manos cortas y aplomadas. Un tipo de animal con unas características muy definidas tanto en su fenotipo como en su genotipo, ese que con los años ha ido impregnándose en un número ingente de vacadas gracias al empeño de María Teresa Morenés de Urquijo, madre de Juan Pedro Domecq Morenés y esposa de Juan Pedro Domecq Solís.
Una historia que nos lleva a finales de los años 80 cuando la falta de este pelo en la ganadería de Juan Pedro Domecq obligó a mover ficha a una mujer enamorada de esta capa tan llamativa. Tras el fallecimiento de Juan Pedro Domecq y Díez su hijo del mismo nombre hereda el hierro de la V de Veragua junto a la parte proporcional de hembras que le correspondían. En torno a 90 vacas se llevaría hasta su nuevo cuartel general situado en el Castillo de las Guardas, adquiriendo posteriormente simiente de su tío Salvador y algunos machos de la ganadería familiar.

Con el paso de los años este pelo dejó de estar presente en la vacada sevillana al morir dos de las tres vacas jaboneras que había en la ganadería. Debido a este tema y a la insistencia por recuperarlo por parte de María Teresa Morenés de Urquijo sería Salvador Domecq y Díez quien, a instancias de ella, le regaló a su sobrina una becerra jabonera sin tentar nacida en 1985.
Se trataba de una hembra marcada con el número 380, una vaca jabonera procedente de la reata de las Gacetilleras y que fue rebautizada como Ilusión. Hembra hija de un toro de sumo interés para Juan Pedro que sacó carácter, poder y fiereza en su tienta. De esa 380 Ilusión y del 83 Humorista nació una primera becerra de grandes cualidades, siendo su segunda cría un becerro melocotón al que se marcó a fuego con el número 40 y que llevaba por nombre Ilusión.
Macho que sería tentado a puerta cerrada en Lo Álvaro siendo este aprobado como semental. Gracias a este macho poco a poco empezarían a nacer ejemplares de un pelaje similar, ese que con el tiempo quedaría impregnado en la ganadería gracias a su prolífica descendencia. Uno de sus hijos fue el 120 Gracioso, ejemplar que viajó junto a un hato de vacas hasta Trujillo, lugar donde José Miguel Arroyo ‘Joselito’ tenía su ganadería. Un semental al que se le sacaron pajuelas, regando este un número ingente de vacadas al otro lado del charco.
“Genéticamente, el porcentaje que queda de Veragua en casa es ínfimo, puede suponer el 0,5%, pero sí quedan toros con la morfología de esta sangre, porque ésta ha conseguido mantenerse con el paso de los años”, explicaba Juan Pedro Domecq Morenés en una entrevista realizada en el programa Por las Rutas del Toro de Movistar. Respecto a la morfología esta tiene mayor presencia e incidencia en su vacada: “En casa tengo cuadros de toros de Veragua que se parecen a animales que veo a diario en los cercados de Lo Álvaro. Sin ir más lejos hay uno que es idéntico al 177 Arrempuja, uno de los sementales clave en mi época como ganadero”.