AL NATURAL

Las lentejas de Pagés que Emilio de Justo no se ha comido


viernes 14 febrero, 2025

La falta de cintura de Ramón Valencia de Despeñaperros para arriba contrasta con la laxitud que luce cuando es de ahí para abajo

Emilio De Justo 3
Emilio de Justo en La Maestranza la pasada temporada. © Álex Romero

El método de Ramón Valencia para elaborar los carteles de Sevilla, del que ya dimos cuenta en una columna anterior, comienza a mostrar fisuras. No por el método en sí, sino por la falta de tacto, de delicadeza y de cintura del máximo responsable de Pagés a la hora de hablar con los toreros. No con todos, es verdad, porque hay algunos a los que les consiente, en el más puro concepto mexicano del término, pero a otros… Y no sé si será casualidad, pero hace bueno el dicho de los de Despeñaperros para arriba o para abajo.

En este caso, el más sangrante de cuantos pueblan la intrahistoria de negociaciones para la temporada 2025 en Sevilla, la falta de cintura y de vergüenza la ha exhibido con Emilio de Justo, que a estas alturas ya está harto de tener que demostrar nada a nadie para que le tengan un poco de respeto. El cacereño se va a quedar fuera de la Feria de Abril no por decisión propia, como asegurará el manchego que dirige Pagés; no estará en los carteles por no querer comerse las lentejas de don Ramón. Mira que suena a cacique ese ‘don’ que le ponen delante a su nombre apoderados y toreros. Para los capos de la mafia norteamericana llevar el ‘don’ delante del apellido era señal de jerarquía. Esos eran los que mandaban.

Pues don Ramón, que es tan buen aficionado y camina por esas calles donde nadie pide a Juan Ortega para el Domingo de Resurrección, ahora ha considerado que Emilio de Justo sólo tendría cabida en la Feria de Abril si se anunciaba con los hierros de Victorino Martín y La Quinta. El hombre vio que esas eran las divisas que había elegido en Madrid y pensó que por qué no también en Sevilla. Lo que no termina de comprender el ‘don’ de la calle Adriano es que en Madrid eligió él. Eligió el propio Emilio, que tiene más que ganado el derecho a mandar en su hambre.

Sus gestores llegaron a aceptar la propuesta si se añadía alguna corrida de su elección; si no, había que dejar una de las dos ofrecidas y permitir al torero que eligiera la otra. Porque Emilio tiene capacidad más que sobrada para afrontar el compromiso de Victorino y La Quinta en Sevilla, pero tendremos que entender que no tiene por qué ser él quien lo asuma mientras otros no salen de la comodidad del sota, caballo y rey de la que no tienen intención de salir en todos los días de su carrera. Y ya está bien. Los demás harán lo que quieran, pero Emilio se ha hartado de imposiciones, de intransigencias y de analogías de la prevaricación y se va a quedar fuera de Sevilla. Con un par.

Significa eso que hay una empresa que entiende que no hay problema en que el tipo que firmase la recordadísima faena a aquel ‘Filósofo’, de García Jiménez; el torero que dejó su huella en otra recordada obra el pasado año a un animal de La Quinta; el coleta que suma seis orejas en las dos últimas temporadas en Sevilla, no comparezca este año en La Maestranza. Si esta es la percepción que le llega de las calles de Sevilla al ‘don’, o pasea con los auriculares permanentemente conectados, o está muy desorientado y no son de Sevilla las calles que pisa. O no tiene ni idea de toros, posobilidad más que aceptable a tenor de su comportamiento.

En cualquier caso, no es sólo Emilio quien va a ver mancillado su recuerdo en este ciclo, último de contrato de la empresa, centenaria en este coso. También lo sufrirá un Fernando Adrián al que no han respetado ni para replicar al monólogo de la empresa, y otra vez quedará el Baratillo sin saber si lo quiere o lo quiere perder de vista; simplemente no tendrá la opción porque así lo decide el ‘don’. Como decide también maltratar a un Paco Ureña que firmó la faena de su carrera con uno de Victorino el mismo día en que se indultó a Cobradiezmos. Como tiene a Perera esperando que se decidan los demás para encontrar su sitio después de abrir el pasado año la Puerta del Príncipe de su carrera-. Como lleva decidiendo que el aficionado es el que menos cuenta en la confección de unos carteles que ya van camino de parecer la obra del Escorial.

Esta es la tormenta de despropósitos en que ‘don Ramón’ ha convertido la última contratación de una plaza de la que afirma querer que continúe en su poder. A mí me gustaría estar en la rueda de prensa en que, con sus santos bemoles, asegurará que están en los carteles los que han querido estar. Para preguntarle por qué no se han dejado avasallar los que no han querido pasar por su aro.