Las crónicas dirán que la espada se ha llevado una Puerta Grande tan merecida como rotunda. Por la pureza y autenticidad de su toreo. Pero cuando se ve torear así de roto, de encajado, de hundido y en entregado, sin importar la condición de los toros, el resultado debería ser lo de menos. Lo importante es la sensación que ha transmitido esta tarde en Madrid Saúl Jiménez Fortes. Una tarde de máxima figura, que pide a gritos su presencia en las ferias. Con espada y sin ella. Del resto del festejo hay que rescatar la buena actitud de Morenito, que anduvo muy sincero, haciendo gala de su asolerado oficio con un cuarto que se movió más que se entregó, y el compromiso de Adrián de Torres frente a dos toros que como toda la desigualmente presentada corrida de Arauz de Robles, no dieron ni opciones ni facilidades.
Morenito, impecable con el basto y reservón primero
No rompió nunca para delante el barroso primero hondo y basto, amplio de cuna, enseñando las puntas, que desarmó a Morenito de Aranda de salida, coceó el peto en varas y llegó a la muleta con media arrancada, defendiéndose y queriéndose quitar la muleta de la cara al llegar al embroque. Estuvo impecable el torero burgalés, dejándolo a su aire primero, y tratándolo de apretar luego por el lado zurdo, pero de ningún modo respondió del de Arauz.
Fortes malogra frente al incierto segundo la faena de mayor pureza de la feria
La espada ha emborronado una obra inmensa de Fortes, seguramente, por verdad, sinceridad, despaciosidad y hondura, la mejor de lo que llevamos de feria. Toro amplio de cuna, con aparato. Hondo y lleno. Ya lo saludó con suavidad el malagueño, pese a que el toro se quedó en el embroque, sin terminar de pasar, y después de ser bien picado por Francisco de Borja llegó a la muleta frenado, sin pasar nunca. Fortes, sereno, sin darse coba, le provocó la arrancada muy en corto, enganchándolo a la altura de la cadera, esperándolo y tragando de modo sereno y muy torero, sin vender nada, y consiguió varias series extraordinarias de ritmo, de temple y de pureza. Soberbio. Y más aún por la incierta condición del toro. Faena justa medida, incluso con golpes de inspiración en los remates. Dos pinchazos antes de la estocada final dejaron sin premio una obra grande.
Firmeza y aplomo de Adrián de Torres con el manso y reticente tercero
El tercero, más estrecho, también barroso de capa, más despegado del suelo, ya manseó de modo evidente en los primeros tercios, desentendiéndose de los engaños y buscando el abrigo de las tablas. Estuvo muy firme, con mucho aplomo Adrián de Torres, queriendo siempre estirar una embestida reticente que amagaba a la mínima con marcharse.
La espada quita premio a Morenito tras una faena de gran sinceridad a un cuarto de desordenada movilidad
Largo de viga, con cuello, bien armado el cuarto, al que Morenito saludó con torería a la verónica. Ganando terreno, con dos o tres lances que fueron pinturas. Embistió el toro con todo pero sin irse, tuvo movilidad y emoción, más que recorrido y entrega, pero el torero le planteó una faena sin renuncias, de mucha sinceridad. Tanta, que fue prendido al final de una serie de naturales. No se amilanó el de Aranda, que con paciencia y convicción logró extraerle una serie por ese pitón zurdo de notable largura y estética. Cerró al toro a dos manos antes de fallar con la espada y perder un más que posible trofeo.
Clamorosa vuelta al ruedo de Fortes tras otra faena majestuosa y solemne al reservón quinto
Alto, suelto de carnes, con generosa caja el quinto, que ya se lo pensó en el saludo capotero de Fortes. De nuevo estoico, con un valor y un aguante de otra galaxia para esperar que el toro metiera la cara, ya en el capote. Picaron al de Araúz trasero y mal y llegó al último tercio muy reservón, amagando, con la cara entre las manos, escarbando… no se inmutó el torero ni perdió la compostura, esperó el momento, muy en corto, de engancharlo y empujar su estrecha acometida encajado, hundido, casi abandonado. Así un muletazo tras otro, conseguidos a puro huevo por lo incierto de la embestida del animal, pero tal autenticidad que provocaron esos olés roncos, profundos, que salen de las entrañas cuando lo que sucede es de verdad. Después de un pinchazo y una estocada atravesada dio una clamorosa vuelta al ruedo.
Esfuerzo sereno e improductivo de Adrián de Torres con el grande y afligido sexto bis
Grande, de tremendo volumen el sexto bis, de Castillejo de Huebra. Blandeó de salida, se quiso quitar el palo en varas y en la muleta se afligió cuando se vio podido por un Adrián de Torres a cuyo esfuerzo y aguante por robarle muletazos no le dieron importancia, a pesar de la buena intención y serena descripción de los mismos.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Undécimo festejo de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. 16.687 espectadores.
Toros de Araúz de Robles y uno, el sexto bis, de Castillejo de Huebra. Reservón y deslucido el basto primero; incierto y frenado el segundo; manso y deslucido el tercero; con desordenada movilidad y sin entrega el cuarto; reservón el quinto, siempre amagando; grande y afligido el sexto bis.
Morenito de Aranda, de azul pavo y oro: silencio tras dos avisos y ovación tras aviso.
Fortes, de rosa y oro: ovación y vuelta tras aviso.
Adrián de Torres, de rosa palo y oro: silencio tras aviso y silencio.
CUADRILLAS: Saludó Iván García tras parear al cuarto.
FOTOGALERÍA: OLMEDO
