No hay nada más grande para un torero que mostrar su propio concepto hasta el final, y Jaime Ostos, que tan cerca tuvo la muerte en tantos momentos de su carrera como matador, lo expresaba a la perfección. Ostos era un torero muy apegado a la vida social, y así se despidió hasta el último día: disfrutando de la vida, al lado de los suyos y de la gente que amaba, gozando de lo bueno que le ofrecía cada amanecer.
Aquí lo vemos dando la bienvenida al 2022 en Colombia días antes de perder la vida por una insuficiencia cardíaca: toreando al inicio del 2022 y mostrando su alegría de vivir. En un momento, se le ve incluso dejar un sensacional cambio de mano de salón que hace vibrar a los presentes. Así era Jaime Ostos, un torero con el concepto sevillano en el alma y con el toreo en su corazón.
Jaime Ostos, el torero con 25 cornadas y tres extremaunciones: «San Pedro me mandó de nuevo a la tierra»
Sus inicios no fueron fáciles, pero Jaime Ostos logró dar fe del gran torero que llevaba dentro a pesar de las dificultades que tanto el sistema taurómaco de mediados del siglo pasado como de la propia sociedad de la posguerra llevaban consigo: «Mi padre se enteró que empezó a faltar a la Universidad y me esperó un día en la puerta, y me dijo que el director le llamó y le dijo que faltaba casi a diario a clase, y le dije que sí, porque quería ser torero, y eso no le hizo ninguna gracia», dijo en una de las últimas entrevistas concedidas en su vida a un medio de comunicación, en Canal Sur.
Jaime Ostos tomó la alternativa en la plaza de toros de La Misericordia de Zaragoza en la Feria del Pilar del año 1952, teniendo como padrino de la ceremonia de doctorado al onubense Miguel Báez “Litri” y como testigo de ésta al maestro Antonio Ordóñez. Unos meses más tarde, el 17 de mayo, llegó su confirmación en la plaza de toros de Las Ventas, inmersa entonces en un San Isidro en el que Antonio Bienvenida le confirmó el doctorado en presencia de otro de los toreros predilectos de la capital, Gregorio Sánchez. El año más brillante de su carrera, sin duda, llegaría una década después, el 62: logró junto con el también sevillano Diego Puerta conformar una temporada para el recuerdo. El año más aciago de toda su vida fue el 63, en el que incluso se le dio por muerto tras la citada cornada en Tarazona. Se retiró de los ruedos en el 74.
Sevilla y Madrid, ejes de la carrera como torero de Jaime Ostos
Sevilla y Madrid fueron el eje de su carrera: «Ahí cogí mucha fuerza y conseguí alzarme con ellas, estando en las primeras ferias, con las principales figuras. Estoy orgulloso de lo conseguido en el toreo», señalaba en la citada entrevista.
Tiene 25 cornadas, tres extrema unciones, una de ellas en Tarazona de Aragón: «En esa última estuve muerto, pero llegué al cielo, y San Pedro me preguntó que cómo me llamaba; yo le dije que me llamaba Jaime Ostos, y entonces me dijo que me bajase porque usted no me estropeaba el cielo y tardé 21 días en volver del cielo a la tierra», explicaba Ostos.
Gran parte de las figuras del toreo actuales y de décadas atrás han despedido ya a la figura de Jaime Ostos a través de las redes sociales. Desde la redacción de Cultoro mandamos el pésame a familiares y amigos de esta figura del toreo tan importante en las últimas décadas que dejará su sello en matadores y novilleros para siempre.