La carta del Foro Cultural Taurino de Vera el pasado lunes criticando duramente la forma de actuar de la Fundación Toro de Lidia en los circuitos de novilladas y corridas de toros que está organizando abrió un melón importante: ¿Está realmente capacitada esta entidad para gestionar dinero público como el que se le está otorgando o se puede pasar al Plan B?
La afición de Vera denunciaba, en un duro comunicado, la falta de promoción del festejo «desde el mismo momento que se presentó el cartel ante un público de apenas cinco personas, en la Diputación de Almería». «Y el colmo de la sinrazón, la ausencia total de publicidad en fachadas, escaparates y otros soportes habituales. Ni un sólo cartel, ni uno sólo, ni anuncios en prensa o radio, ni un coche con altavoz que diera algo de ambiente», denunciaba.
Y todo ello teniendo en cuenta que el apoyo presupuestario de la Junta de Andalucía a este Circuito se ha aumentado en este ejercicio a pesar de haber disminuido la calidad del Certamen -recordemos que las novilladas han pasado de tener seis a cuatro novillos: el dinero que ahora percibe la entidad por parte de la Junta ha pasado de 150.000 euros en 2020 a 172.500 euros para los dos últimos ejercicios.
En el caso de Castilla y León, cuyo Circuito de Novilladas fue presentado hace una semana, la Junta destina una subvención a la Fundación Toro de Lidia de 270.000 euros. Y mayor es en el caso de la Copa Chenel, en la Comunidad de Madrid, que forma parte del acuerdo firmado entre la Fundación con la CAM dentro de la partida de 1,4 millones de euros que la Comunidad destina a promoción de la tauromaquia.
Pero, ¿es la última palabra sobre la defensa y la promoción de la tauromaquia la Fundación Toro de Lidia teniendo en cuenta que hay dinero público en medio? Recordemos que, justo en la parte más dura de la pandemia -abril de 2021-, se presentó en Sevilla la Fundación De Luces, que también buscaba desarrollar un circuito propio de novilleros, «que pusiese en valor la idiosincrasia y valores fundamentales de la tauromaquia desde su origen» apoyando y promoviendo el escalafón de novilleros. Y también es una Fundación. Y también es una opción para la gestión, aunque no se constituya en portavoz de la Tauromaquia ante las instituciones estatales.
Porque, visto lo visto, el gran problema de la Fundación del Toro de Lidia es la delegación de sus funciones, porque es verdad que seguramente no pueda llegar a todo; pero es que no tiene por qué. Lo malo es que aquéllos en los que delega -que operan bajo el paraguas de la FTL y obran en su nombre– agarran la pasta, organizan un festejo con los mínimos en todo y la promoción que se busca se le da una higa, que se decía en el Siglo de Oro. Y esa ‘higa’ se vuelve en contra de todo objetivo, se convierte en arma para el enemigo y pone al toro en una posición difícilmente defendible. Es decir, actúa justo al revés de como debería.
De modo que ¿arreglamos el asunto de los cuartos o dejamos paso a alguien a quien engañen menos tipos?