Las Ventas volvía sus puertas el pasado 6 de abril para la celebración del tercer festejo de la temporada, un domingo donde Álvaro de Chinchón, Manuel Caballero y Miguel Andrades trenzaban el paseíllo ante utreros de Hermanos Sánchez Herrero. A la postre sería el jerezano quien daría la única vuelta al ruedo en el animal que cerraba plaza. Un novillero que había realizado su presentación en este coso allá por abril de 2023 mostrando una gran disposición ante los novillos de la vacada sevillana de Guadaira.
Andrades en una entrevista concedida a los compañeros de prensa de Plaza 1 se mostraba ilusionado y responsabilizado con su regreso a la primera plaza del mundo en su primer festejo de 2025: “Las expectativas muy altas y mucho más preparado que la tarde de mi presentación. Arrancar temporada en Las Ventas puede ser un punto de inflexión para lo que vendrá después”, explicaba el jerezano.
Miguel sabía que su 2025 dependía en gran medida de este paseíllo en el coso venteño. Sabía que se la jugaba, era consciente que tenía que cruzar la línea para dejar de ser un nombre más en el escalafón y llamar la atención tanto de los aficionados como de los empresarios. Fruto de esa entrega y de no dejarse ganar la pelea fueron las dos volteretas que sufrió, dos percances que afortunadamente no le sacaron de la corrida.
Sobre ese paso adelante ya había hablado días atrás en esa mencionada entrevista: “Quien va a verme nunca sabe lo que se puede encontrar, salvo las ganas y la ilusión de querer ser algo en el mundo del toro, siempre va a ver algo diferente”. Andrades no quería que las palabras se las llevara el viento, de ahí que no escatimara en esfuerzos toda la tarde. Consciente que necesitaba un golpe sobre la mesa quiso irse a la puerta de chiqueros en el último ejemplar de la tarde, pero la celeridad del torilero y la falta de comunicación con este abortaron esa intención al no tener tiempo material para cruzar el ruedo y ponerse de hinojos.
El de Sánchez Herrero salió al ruedo sin que el jerezano pudiera cumplir su objetivo. Pero Miguel sabía que debía volver a conectar nuevamente la afición, de ahí que no se lo pensara y lanceara con una larga rodilla en tierra a otro ejemplar muy bien presentado. Largo, de lomo quebrado como casi toda la novillada muy reconocible en el tipo de su encaste, esa que tuvo en el lote de Andrades los dos animales más exigentes del encierro. «Le hubiera cortado una oreja, como al otro, pero con la espada no lo ve. Aún así hubo petición. La vuelta fue de clamor«, escribía José Miguel Arruego en las últimas líneas de su toro a toro el pasado domingo.