Allá por junio de 2021, cuando la tauromaquia andaba saliendo de una pandemia que lo había dejado “tiritando” uno de los diestros que tomó el mando fue el sevillano José Antonio Morante de la Puebla, un diestro que encabezaría el escalafón con un total de 49 festejos. El diestro de La Puebla volvería a repetir como líder del escalafón en un 2022 donde superaría el centenar de festejos como ya hiciera en su día José Gómez Ortega ‘Joselito El Gallo’.
En esa citada temporada de 2021 sorprendió llevando un artilugio en su mano derecha, se trataba de una correa de nylon fijada a la bola donde finaliza el descabello, ese que se agarra a la muñeca y que hace que, si en el momento de descabellar el astado en cuestión suelta la cara, se evite una desgracia si la cruceta sale disparada hacia el ruedo o los tendidos. Un aparato que no necesita de ingenieros para su implementación, sino del sentido común al haberse dado ya esta problemática con más de un susto que ha obligado a entrar a la enfermería.
En su continua búsqueda por mejorar y perfeccionar diversos aspectos dentro de la lidia de los animales, el sevillano también se ha involucrado en el proyecto creado por el maestro valenciano Manuel Sales y el veterinario Julio Fernández y su puya cuadrangular. A diferencia de la puya reglamentaria de pirámide triangular, esta da igual cómo se oriente hacia el toro que no rasga la piel causando ojales. Gracias a su ausencia de tope, equivalente al encordelado, esta permite a los picadores rectificar con facilidad puyazos que caigan en mal sitio reduciendo daños innecesarios evitando el barrenado.
Un descabello que estrenó el 12 de junio de aquel citado 2021 y que hoy en día sigue utilizando como pudimos ver en el festejo del pasado sábado en la plaza de toros de Baeza. Como bien mencionamos con anterioridad, se trata de un dispositivo de seguridad que hace que, si sale disparado, se queda en la muñeca del torero. Un artilugio que funciona a modo de pulsera evitando así la incomodidad del mismo al no requerir de una sujeción extraordinaria al ir enganchada automáticamente a la propia extremidad.
Fue un festejo donde la espada truncó su bella obra al noble, pero medido primero, dejando detalles sueltos de calidad carentes de ligazón al apagado quinto. Una tarde donde el diestro de La Puebla del Río pudo disfrutar por momentos de las embestidas de un lote de toros con el hierro de Carlos Núñez, una corrida con clase en algunos de sus animales, pero a los que faltaron finales pese a tener buena condición.
