Aquello que venía siendo un secreto a voces se destapó nada más arrancar la Feria de San Isidro: el Batán no estaba acondicionado para acoger a un puñado de ganaderías —con las garantías suficientes— para lidiar en la primera Feria del mundo. Muchos fueron los ganaderos —presentes y no presentes en él— que pusieron el grito en el cielo tras comprobar la nefasta gestión llevada a cabo por CAT sobre este tema.
Primero fue la elección de las ganaderías –¿por qué unas sí y otras no?-; luego vino el largo espacio de tiempo que los toros tenían que pasar en dichas dependencias y tercero, no hacer los propios reconocimientos veterinarios en el mismo Batán para evitar problemas sobrevenidos de su estacionamiento en corrales de pequeñas dimensiones. Como han contado varios ganaderos a este medio, los toros están acostumbrados a vivir en amplias cercas donde se movían de un lado a otro para beber y comer, y al estar en un corral pequeño los animales prácticamente se han pasado la semana entera sin moverse.
Por ende, aquellos que exigieron en pliego la utilización del Batán tendrían que haber tenido en cuenta que son animales muy sensibles al cambio de hábitat y les cuesta adaptarse a un lugar nuevo, de ahí que muchos dejen de comer y beber. Si a eso le sumas la cantidad de días que se pasan en ese lugar y las peleas que surgen en corrales tan pequeños, muchos animales acaban acusando su estancia y perdiendo esos kilos que luego se les echaba en falta a la hora del reconocimiento.
Muchos pensaron que con un lavado de cara, El Batán quedaría en perfecto estado de revista para acoger corridas de toros, pero no es así. El problema tenía mayor fondo. Borja Domecq, sin llevar a sus toros ya se olía la tostada días antes, pero el pato lo pagaron ganaderías como El Parralejo, Capea o Algarra entre otros. Herros que llevaron toros con el trapío de Madrid, pero que acabaron dándose de bruces contra una realidad que les iba a obligar a pasar las de Caín para lidiar al menos cuatro de sus toros.
«La empresa no había dicho nada en un primer momento a los ganaderos —señala en cuanto a las corridas reseñadas—, luego dice que eso aparece en el pliego y el colmo de los colmos, es que cuando algunos ganaderos acceden a ir por no dejar a la empresa en mal lugar, los toros están allí doce días y luego se reconocen en la plaza de toros«, se lamentaba Rafael Molina, ganadero de El Parralejo, hace unos días en palabras para este medio. «Si usted quiere traer toros al Batán, me parece bien, pero usted debe reconocer los toros en el Batán. El problema de base de esto es que estamos delegando una responsabilidad del toro que se lidia a los veterinarios o presidentes, que los pueden rechazar o aprobar».
Dos toros de Montalvo remiendan la de Algarra este miércoles
El último caso es el de la divisa que representa la sevillana Aurora Algarra, una ganadera que defiende a capa y espada el bienestar y la honorabilidad sus toros, y que ha visto como la autoridad le rechazaba un número importante de animales, teniendo esta que acudir al campo para sofocar un incendio ni siquiera ella había provocado. Los ganaderos están quemados, y con razón: ponerles contra la espada y la pared para que acudan a exhibir sus toros no es de recibo. Claro que la idea de enseñar los toros es positiva, pero ésta estaba desde un principio mal ejecutada, y eso lo han pagado unos ganaderos que pese a estar disconformes con la imposición aceptaron por el bien de la Fiesta.
También era tajante sobre este tema la ganadera más afectada de lo que llevamos de Feria: «Estamos teniendo que ir los ganaderos que no somos de primera élite a ir, y el pavo lo hemos tenido que pagar el pavo nosotros. No tiene lógica», denunciaba Aurora Algarra, por su parte, a este medio. «Pérdida de peso, percances, cornadas…», enumera Aurora. «Y luego, si el lunes ha perdido 40 kilos un toro, el veterinario te lo echa para atrás; ¿qué beneficio tiene ir al Batán entonces?«. Además, «no se te reconoce el gesto de ir allí; y después de diez días, los animales tienen que sufrir un viaje más, ¿qué ganadero quiere ir entonces? Para otro año se tendrá que hacer un sorteo y tendremos que apechugar todos. Pero todos», defiende por último.
Ante las noticias que iban llegando, y una vez visto en fotos y vídeos el trapío de los astados de la ganadería sevillana, muchos aficionados levantaron la voz ante esta chapuza llevada a cabo en el Batán y que ha estado apunto de llevarse por delante a una corrida excelentemente presentada.
¡Vergüenza!
6 toros de @Luis_Algarra con trapío, rechazados tras 10 días en El Batán 👍
¿A donde vamos?#sanisidromadrid2023
📸 Jorge Delgado pic.twitter.com/RX2om9RKfi— Béatrice Margé (@beatrice_marge) May 23, 2023
Tanto la CAM como la CAT deben reconocer errores y volver a empezar desde cero adecentando el lugar. Y no vale únicamente con una capa de pintura. Si se quiere exponer una corrida que sea con todas las garantías para un ganadero, que se juega su dinero, primero, y su categoría, después, y que ve cómo el paso por aquí únicamente le ha traído dolores de cabeza y horas sin dormir.
La corrida de Algarra, cinqueña casi en su totalidad, baja como un zapato y con leña para pasar dos inviernos, ha visto cómo la pérdida de peso de algunos de sus animales ha sido un hándicap a la hora de un reconocimiento donde finalmente han entrado cuatro ejemplares de los expuestos por la ganadera sevillana. Fraile de Valdefresno tenía una corrida preparada por si la autoridad decidía ahondar aún más en la herida, siendo finalmente dos astados de Montalvo —ganadería que estuvo hace días en el Batán— aquella que remiende este desaguisado.