Son 25 años de carrera como matador de toros, otros tantos de novillero con y sin picadores y una bonita etapa como becerrista, pero la carrera de Julián López Escobar comenzó tiempo atrás cuando ni siquiera levantaba un palmo del suelo. El madrileño siempre sintió la llamada del toreo, tenía claro, pese a su corta edad, que el toreo era aquello a lo que quería dedicar su vida. Un torero que pasó su infancia en el madrileño barrio de San Blas para trasladarse a los 10 años a Velilla de San Antonio.
Ese camino que se había trazado pronto le empezó a dar la razón, Julián asombraba a propios y extraños con una madurez impropia de su edad. En la fiesta campera que sirve para celebrar su Primera Comunión, Julián dio sus primeros capotazos a una becerra. La experiencia es tan intensa que pide a sus padres que le ingresen en la Escuela de Tauromaquia de Madrid. Poco tiempo después, cuando apenas cuenta con diez años, estoquea su primer becerro en Villamuelas, el pueblo natal de su madre.
A raíz de sus primeros triunfos en el toreo, adquiere una pequeña finca en Arganda del Rey, algo que hoy en día resultaría impensable. Recordado por todos es su gran actuación en Chinchón, un festejo televisado por C+ que lo convirtió en un ídolo de masas pese a su corta edad. Tras varios años como becerrista, en los que impacta por una innata precocidad, decide debutar con picadores. Por motivos de su corta edad no lo puede hacer en España, por lo que decide viajar a México, donde se convertirá en un auténtico ídolo.
El Juli, la historia de un ídolo de masas
Debutaría con caballos el 16 de marzo de 1997 en Texcoco, cortando dos orejas. A partir de ahí llegará una temporada maravillosa y desbordante de triunfos, denominador común en la carrera que posteriormente iría completando el joven diestro. Una carrera de novillero que terminaría con una alternativa de gran boato en la plaza de toros de Nimes, corrida televisada por TVE y en la que contó con José María Manzanares como padrino y José Ortega Cano como testigo.
Un torero que este 2023 cumple sus Bodas de Plata como matador de toros, un año en el que dirá adiós a los ruedos tras toda una vida dedicada al torero. Se despedirá en Sevilla con un cartel de auténtico lujo junto a José Antonio Morante de la Puebla y Daniel Luque, los toros será de Garcigrande, una de sus ganaderías fetiche. No sabemos si será un adiós o un hasta pronto, conociendo como se las gasta el madrileño no sería descartable una vuelta a medio/corto plazo.
Un espada que ha tomado la decisión de irse en Sevilla como ya hicieran otros toreros de la talla de Manolo Vázquez, Manzanares o Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’ entre muchos otros. ¿Y por qué ha decidido Sevilla en detrimento de Madrid? Eso es algo que únicamente sabe Julián. La Maestranza le ha visto salir 8 veces por la Puerta del Príncipe, pero Las Ventas es su plaza, el ruedo donde se despidió de novillero saliendo por la Puerta Grande, un coso que le ha exigido como al que más, pero que se ha rendido ante su toreo.
Sentimientos encontrados, una decisión nada fácil de tomar, la cual maduró durante tiempo hasta decidirse por decir adiós en un coso donde ya ha pasado a la historia tras salir en multitud de ocasiones por la mencionada Puerta del Príncipe e indultar un toro de Garcigrande el 17 de abril de 2018. Un Julián que también pagó con sangre su entrega, sufriendo una de las cornadas más graves de su carrera por un toro de Victoriano del Río.
Pero Julián no abandonará el mundo del toro, seguirá potenciando esa escuela taurina que lleva su nombre, lidiando los animales de El Freixo en las plazas más afamadas de España y Francia, seleccionando con gran exigencia los productos que da su ganadería, continuará siguiendo a compañeros y acudiendo asiduamente a las plazas de toros, por lo que el madrileño no se despegará de la actualidad taurina aunque ya no esté en primera línea de fuego.