La tarde del pasado 28 de mayo en Las Ventas ya tiene nombre propio: José Antonio Morante Camacho. El de La Puebla del Río volvió a dejar su sello más personal en el ruedo capitalino con una faena de ensueño a un toro de Garcigrande que, pese a no alcanzar el premio de la oreja, se incrustó en la memoria de los aficionado. Una rotunda obra que, a la postre, le valdría la concesión de la Oreja de Oro por parte de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM).
Ya en frío, tras su actuación con el primero de su lote, Morante hablaba para los micrófonos de Telemadrid: “No he tenido suerte con la espada y ha evitado un triunfo mayor, pero creo que la faena, tanto el inicio con el capote como con la muleta, ha merecido la pena para sentirme y poder escuchar esos oles en esta plaza”. Lo decía tras una estocada trasera y atravesada, acompañada de tres golpes de verduguillo, que dejó sin efecto la fuerte petición de oreja por parte del público. El presidente, inflexible, no concedió el trofeo, y el diestro hispalense optó por no dar la vuelta al ruedo, pese a la cerrada ovación que le tributaron los tendidos.
Pese a esa no concesión de oreja, Morante no perdió el humor cuando se le preguntó si su actuación quedaría en la memoria de Madrid: “Sí, creo que sí… menos para el presidente”, soltó entre risas, provocando la carcajada cómplice del periodista David Jaramillo, que apuntó: “A lo mejor lo arregla en el cuarto”. Morante, socarrón, remató: “O no…”.
Lo cierto es que el cuarto no ofreció opciones. Sin material para el lucimiento, Morante optó por abreviar. Pero la faena ya estaba hecha. Como han reflejado las crónicas, entre ellas la de José Miguel Arruego, lo ocurrido en su primer turno fue mucho más que una serie de pases: fue “una obra de arte”. Y así, la Corrida de la Prensa sumó una página más a su historia, escrita esta vez el toreo hondo y cadencioso de Morante de la Puebla.
Así, sin anestesia ni preámbulos, Morante le formó la mundial al primero. Bajo, musculado, tocadito arriba de pitones. Lo meció de salida a la verónica casi sin tocar, no ya sin perder pasos, sin enmendarse, por uno y otro pitón. Tremendo. Qué manera de torear Derribó el toro en varas, apretó para dentro en banderillas donde a Morante hasta le dio tiempo a salir a cuerpo limpio a hacer el quite a José María Amores. El inicio de faena, por bajo, fue soberano. De una suavidad exquisita. Fue el prólogo de una obra mayúscula. De toreo ceñido, enroscado, ejecutado además, en una baldosa. Sin perder pasos ni rectificar terreno. Por el izquierdo el toro vino más al paso, pero aún así le sopló una gran serie de naturales para volver a la derecha a concluir su obra. Que faenón! Después de un cierre colosal, la estocada preciso de tres descabellos y a pesar de la petición unánime de un público consciente de que había visto algo histórico, el presidente decidió hacer el ridículo. No quiso dar la vuelta al ruedo.
El diestro sevillano volverá a la primera plaza del mundo el próximo 8 de junio, fecha señalada en el calendario al tratarse de la corrida de la Beneficencia. Una tarde donde compartirá cartel junto a Fernando Adrián y Borja Jiménez, dos de los nombres propios de la pasada campaña en la Monumental de Las Ventas. Será con una corrida de Juan Pedro Domecq, hierro que lidió un excelente encierro en Sevilla, pero que pinchó en el mano a mano entre Juan Ortega y Pablo Aguado en este misma plaza.
