Con la temporada dando sus primeras bocanadas de aire tras la celebración de la Feria de San Blas en Valdemorillo, los festivales de Mourão y Sanlúcar de Barrameda, la encerrona de Ruiz Muñoz en Guillena o el debut con caballos de Juanillo Bohórquez en Cantillana, muchos aficionados acuden a charlas y coloquios donde intervienen algunos de sus toreros predilectos. Una de las últimas tuvo lugar en la noche del pasado lunes en el Casino de Salamanca, uno de los más antiguos de España al estar fundado en 1858.
Hasta la capital charra se desplazaron el matador de toros Damián Castaño y la ganadera Isabel Lipperheide, representante de la divisa de Dolores Aguirre. Un acto que llegó a colgar el taurino “No hay billetes” y que contó con la moderación de la periodista salmantina Paula Zorita. Durante más de una hora se diseccionó la carrera de Damián, la divisa entroncada en sangre Atanasio-Conde de la Corte y el binomio surgido entre este torero y la ganadería hispalense.

El público atendió atento y casi sin pestañear a cada una de las historias que contó un matador de toros que no lo ha tenido fácil en la profesión, un espada que llegó a desvelar que en aquellos años donde no abundaban los contratos llegó a trabajar en el propio Casino colocando las sillas en distintos actos que se llevaban a cabo en este histórico edificio. Durante un tiempo se ganó la vida entre bambalinas hasta que poco a poco pudo ir cumpliendo sus objetivos dentro de la profesión.
Pero este no fue el único lugar donde Damián se ganó el pan como muy bien reconoció en dicho coloquio, un lugar donde muchos toreros antiguos aprendieron a estoquear y descabellar, algo que hoy en día está prohibido. Tiempos difíciles donde la dureza de los animales que toreaba en las plazas le ponía a prueba: “Fueron momentos difíciles y complicados, pero lo realmente duro era ir a trabajar al matadero de Guijuelo de 6 de la mañana a cuatro de la tarde y luego salir y ponerme a entrenar. Eso sí era duro” explicaba.

Pese a seguir anunciándose con ganaderías complicadas Castaño sabe que su asentamiento en el escalafón pasa por matar esos hierros: “A las corridas duras les estoy muy agradecido porque gracias a ellas me estoy abriendo paso. Es un camino complicado pero muy satisfactorio, anunciarme en plazas como Madrid o Bilbao con estas ganaderías es un sueño” recalcaba el espada charro.
Pese a estar en un muy buen momento y ver como suena el teléfono no siempre fue así estando este a un paso de abandonar tras una tarde donde no salieron las cosas en Cebreros con una corrida de Dolores Aguirre, actualmente su hierro fetiche. Afortunadamente las cosas cambiaron unos días después en Cenicientos con el corte de tres orejas momento en el que su historia empezó a cambiar para bien.
