Los honorarios mínimos de los matadores de toros en los espectáculos taurinos no son fruto del azar ni del capricho del sistema, sino que se recogen con precisión en el Boletín Oficial del Estado. El actual marco que regula estas condiciones viene establecido en el último Convenio Colectivo Nacional Taurino, cuya actualización data del 27 de febrero. En ella se ajustaron los honorarios generales de toreros, novilleros y rejoneadores en torno a la subida del IPC (2,8 %). Se trata de un incremento porcentual aprobado en una reunión telemática celebrada el pasado 17 de diciembre de 2024, en Madrid.
En dicho documento se fijan las bases económicas mínimas —porque, de ahí hacia arriba, todo depende del espada que componga el cartel, del tipo de plaza y del número de astados a lidiar—. Como ya contamos en anteriores publicaciones, y según queda especificado en el BOE, hay una reducción general del 10 % sobre el importe bruto establecido en las tablas generales vigentes en cada temporada. Una tabla que incluye desde los sueldos de la cuadrilla hasta los honorarios propios del matador, pasando por los inevitables gastos generales.
Según el grupo al que pertenezcan, los matadores de toros tendrán una serie de obligaciones respecto al mantenimiento de puestos fijos en su cuadrilla durante la temporada. Así se recoge en el artículo 16: «Los matadores de toros del grupo A o Especial vendrán obligados a contratar como fijos a dos picadores, tres banderilleros, un mozo de espadas y un ayudante de mozo de espadas durante la temporada; los del grupo B deberán contratar como fijos a dos banderilleros y un picador, siendo el otro banderillero, el otro picador y el mozo de espadas, así como el ayuda, de libre contratación para cada actuación; y los del grupo C podrán contratar libremente a los componentes de su cuadrilla para cada actuación durante el transcurso de la temporada».
Estas son las tablas y lo que cobran desde ahora los toreros más modestos por actuar en Madrid o Sevilla (plazas de primera) tras la actualización de los sueldos mínimos, aunque hay que tener en cuenta que las figuras suben exponencialmente ese montnate, al tener un caché muy superior estipulado que se lo han ganado a base de esfuerzo y sacrificio en sus carreras:
Categoría de plaza | Cuadrilla | Gastos generales | Honorarios | Total mínimos |
---|---|---|---|---|
Grupo A (ESPECIAL) | ||||
1.ª | 10.183 | 6.990 | 6.453 | 23.626 |
Grupo B | ||||
1.ª | 7.982 | 4.090 | 5.933 | 18.005 |
Grupo C | ||||
1.ª | 7.982 | 4.090 | 4.132 | 16.204 |
Los honorarios de los matadores han experimentado una ligera pero significativa revisión al alza en su última actualización. Así, un torero del Grupo A, anunciado en una plaza de primera categoría como Las Ventas, pasa a percibir un mínimo de 23.626 euros, frente a los 22.983 euros establecidos anteriormente. Un incremento de casi 650 euros que refleja la tendencia actual de ajustar los baremos económicos al contexto inflacionario.
En el caso del Grupo B, la base mínima también ha sido actualizada, situándose ahora en 18.005 euros. Son algo más de 500 euros respecto a los 17.513 euros que marcaba el convenio anterior. Un reajuste proporcional que pone de manifiesto la intención de acompasar las condiciones laborales de los profesionales con la evolución del coste de vida.
Ya en el Grupo C, las cifras siguen esa misma línea ascendente. Un espada que actúe en una plaza de primera como Pamplona verá reflejado en su contrato un mínimo de 16.204 euros, frente a los 15.762 que percibía hasta ahora. Casi 450 euros de diferencia que, aunque puedan parecer una cifra menor, representan un paso más en la consolidación de unas condiciones más justas para los toreros que menos perciben.
Esta actualización de los emolumentos mínimos, aplicada a los tres grupos —A, B y C—, supone un incremento medio del 2,8 % respecto a la resolución anterior publicada por la Dirección General de Trabajo. Una subida que, lejos de ser casual, responde directamente al ajuste del Índice de Precios al Consumo (IPC), indicador que marca el pulso económico del país. No se trata de una revolución, sino de un reajuste técnico que, sin embargo, tiene su importancia dentro del engranaje de la industria taurina. Porque cada céntimo cuenta cuando se trata de mantener la dignidad profesional de quien se juega la vida vestido de luces.