Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’ es uno de los toreros más importantes que ha dado el toreo sevillano y mundial. Un espada que tiene una historia curiosa en relación al lugar donde tomó su alternativa, una fecha que iba a tener a la plaza de toros de Jerez de la Frontera como protagonista, pero que acabó llevándose a cabo en Huelva, una plaza que significó mucho para el sevillano durante toda su carrera.
Ruiz tiene una hermosa historia con la ganadería de Torrealta, el hierro que más tardes ha lidiado el Domingo de Resurrección en La Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Porque decir Domingo de Resurrección, es decir Curro Romero, pero también Torrealta. La vacada gaditana gozó de gran predicamento por la afición hispalense, asentándose como la divisa para las grandes citas. Una fecha que también estuvo ligada a la figura de un Espartaco que consiguió su quinta Puerta del Príncipe con los toros de la casa.
Por eso, 33 años después tuvo el detalle de devolverle a su actual ganadera -Pilar Prado- ese toro que le ayudó a conseguir un triunfo tan importante en su carrera. Y como es de bien nacido ser agradecido, la joven madrileña no dudó en publicar en redes un bonito y cariñoso mensaje tras el regalo de Juan Antonio: «El 15 de abril de 1990 el maestro Espartaco salió a hombros por la Puerta del Príncipe con una corrida de Torrealta. Sabía lo importante que fue esa tarde para nosotros y ha tenido el detallazo de regalarnos el toro de las dos orejas. Estará en casa por muchos años».
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Una alternativa por sorpresa y el amor propio de un torero que nunca arrojó la toalla
El hecho de que el diestro de Espartinas ascendiera en el escalafón superior en Huelva viene como consecuencia de la suspensión, a causa del fortísimo aire reinante el 25 de julio de dicho año en la plaza de toros de Jerez de la Frontera. Una tarde en la que debía de darle la alternativa Antonio Ordóñez en presencia como testigo de Juan Antonio Romero. Como bien nos cuentan nuestros compañeros de ‘Las Cosas del Toro’, «suspendido el festejo, rápidamente se montó la corrida de la alternativa en el Ciclo Colombino, aunque cambió totalmente el cartel, por cuanto el padrino de la ceremonia sería Manuel Benítez ‘El Cordobés’ y el padrino Manolo Cortés, quienes lidiarían astados de Carlos Núñez».
Era 1 de agosto de 1979, fecha de una alternativa triunfal de un torero que pasaría a la historia por conseguir hitos importantes en su carrera como atador de toros. El sevillano contaba con una legión relevante de partidarios, los cuales nunca le abanderaron durante una dilatada carrera como matador de toros. Pese a tener unas cualidades innatas y obtener triunfos en plazas cruciales, los contratos empezaron a menguar, planteándose pasar al escalafón de los toreros de plata visto la deriva que había tomado su carrera.
Se lo planteó tras trenzar el paseíllo en Fallas, veía que su carrera cada vez se ponía más y más complicada, pero supo pasar ese bache y afrontar la tarde de Sevilla con otro ánimo. Un día que cambiaría su carrera para bien y que le llevaría a convertirse en máxima figura del toreo y referente para las generaciones posteriores de matadores de toros. Juan Antonio, pese a los vaivenes de su carrera, supo aguantar y salir triunfante.
Una carrera prodigiosa con seis salidas a hombros por la Puerta del Príncipe
Espartaco es un torero que pese a verse más fuera que dentro del escalafón en 1985, venía de triunfar en Sevilla tres años antes tras conseguir abrir la Puerta del Príncipe el 27 de abril de 1982, tarde en la que le cortaría tres orejas a su lote de Jandilla en un cartel que compartió junto a Curro Romero, Francisco Rivera «Paquirri». Una tarde, sin duda. especial que le ayudó a confirmar la alternativa en Madrid el 25 de mayo de 1983.
Juan Antonio conseguiría salir a flote durante la temporada de 1985, la Puerta del Príncipe aquel 25 de abril de 1985 -segunda en su carrera- le cambió la vida. Fueron tres orejas a la corrida de Manolo González, destacando su inolvidable faena a ‘Facultades’. Un torero que a partir de ahí se convirtió en máxima figura del torero. El 15 de mayo de 1985, a penas 20 días del suceso de Sevilla, salió en volandas de la primera plaza del mundo por primera y única vez en su carrera. Juan Antonio se hizo indispensable en las ferias, siendo el número uno del escalafón durante la mayor parte de los años 80, en concreto en 1982 y desde 1985 a 1991, igualando en 1990 Joselito El Gallo con seis temporadas seguidas como líder del escalafón, haciendo lo propio en 1991 con Domingo Ortega.
Su tercera Puerta del Príncipe se dio al año siguiente, fue el 13 de abril de 1986, una tarde donde se lidiaron toros de la afamada ganadería gaditana de D. Carlos Núñez. Curro Romero nuevamente en el cartel, flanqueado por el también sevillano José Antonio Campuzano. ‘Espartaco’ ya se había erigido en figura del toreo, copando un lugar privilegiado en la Feria. Su cuarta salida en hombros se daría el 28 de abril de 1987 en un festejo donde se lidiaron astados de la divisa de Juan Pedro Domecq. En aquella tarde le acompañaron en el cartel Antonio Chenel «Antoñete» y Manolo Cortés, dos espadas de un corte muy personal del toreo.
Espartaco saldría nuevamente en hombros por quinta vez el 15 de abril de 1990. Fue una tarde muy especial para el sevillano, al tratarse de la alternativa de Julio Aparicio, uno de los novilleros del momento e hijo de una máxima figura del toreo. Aquella tarde también estuvo presente Curro Romero, el torero de Sevilla por antonomasia. Espartaco pasearía tres orejas de la corrida de Torrealta, desorejando a ‘Culion’ un astado de pelo colorao lidiado en quinto lugar. Un astado que tras más de 33 años volvió a la casa donde le vio nacer.
Su última Puerta del Príncipe vendría el día de su adiós, precisamente la tarde que le daba la alternativa a uno de esos toreros con los que ha compartido más que una pasión. Fue el Domingo de Resurrección de 2015, día en el que se doctoraba Borja Jiménez. Juan Antonio cortaría una oreja a cada toro de Juan Pedro Domecq, una suma que no le otorgaba el premio de salir en hombros por sexta vez por la Puerta del Príncipe, pero en la tarde de su adiós no valían los números, Sevilla y su afición se echaron al ruedo para sacarlo por última vez por aquella puerta que tantos toreros anhelan y que no todos consiguen.