CAMPO BRAVO

La dureza del campo en verano: un incendio afecta a parte de la finca brava de Víctor y Marín, en la provincia de Ciudad Real


martes 1 julio, 2025

Las llamas han afectado a parte de la finca 'El Pino', lugar donde se asienta la vacada de Víctor y Marín

Victor Marin
Dos astados de Víctor y Marín, el pasado invierno. © Pablo Ramos

Un incendio forestal declarado en el término municipal de Malagón (Ciudad Real) ha movilizado en las últimas horas a un importante dispositivo del Plan Infocam, compuesto por 71 efectivos, seis medios aéreos, doce terrestres y uno de coordinación, con el objetivo de controlar las llamas que afectan a una zona de masa arbolada y monte bajo. El fuego fue detectado en la tarde del pasado lunes 30 de junio y se ha propagado rápidamente debido a las condiciones del terreno y a la meteorología adversa.

Si bien es cierto que el incendio se localiza en una zona alejada de Malagón —a unos 20 kilómetros del núcleo urbano del municipio ciudadrealeño—, éste ha afectado a la finca Pinos Bajos, situada en el término municipal de Fernán Caballero. Esta explotación alberga una de las vacadas con mayor historia de la provincia de Ciudad Real, nacida en 1933 y actualmente gestionada por Felipe Lasanta y su primo José Luis, cuarta generación de ganaderos de la familia.

Víctor y Marín: una vacada casi centenaria

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Felipe, uno de los actuales responsables de la ganadería de bravo, ya nos habló este mismo mes de enero sobre los orígenes de esta vacada familiar: “Todo empezó en 1933, cuando mi abuelo y mi tío fueron invitados a un tentadero en Picón. A raíz de esa experiencia, se decidieron por la cría de bravo y se marcharon a Salamanca para comprar animales”. Así se gestó una un proyecto ganadero que, durante décadas, ha ido evolucionando sin perder el sello de identidad que marcaba a la misma.

Esta divisa, en sus inicios, apostó por sangre de los hermanos Clairac y vacas de Albaserrada, para luego incorporar sementales de José Escolar y, más tarde, de don Manuel Arranz, Carlos Núñez, Espartaco y Gerardo Ortega, virando finalmente hacia un tipo de toro diferente al que había en los comienzos del proyecto. Felipe recuerda un toro de don Manuel Arranz llamado Tendero, que se inutilizó en el caballo en la plaza de Manzanares; un animal que adquirieron en 1963 por 100.000 pesetas y que se convirtió en base de la ganadería: “Lo trajimos a casa tras ver que cojeaba, pero era bravísimo. Cubrió 30 vacas y de ahí salió Gavioto, un semental extraordinario que ha sido clave para nosotros”.

Esa pasión por el toro bravo ha seguido presente en cada decisión ganadera, incluso en la más reciente renovación de la vacada en 2002, cuando se apostó por adquirir veinte vacas de Espartaco —sangre Torrestrella y Guateles—, además de un semental y diez vacas de Gerardo Ortega un año después. Atrás quedó la sangre Gamero Cívico, apostando desde hace varios lustros por un nuevo tipo de toro que les llena plenamente como ganaderos y aficionados, y que actualmente se basa en torno a las 115 vacas de vientre.

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Una seria vaca. © Pablo Ramos