Ya es una tónica común que los ganaderos de bravo enfunden a los animales de saca previo a la temporada. Ricardo Gallardo, criador del hierro gaditano de Fuente Ymbro, fue el primer ganadero que decidió apostar por esta fórmula novedosa, que en un principio se vio como una locura pero ahora está totalmente asentada.
Con el tiempo se fue perfeccionando la forma de enfundar los animales hasta llegar al punto donde estamos hoy en día en el que rara es la ganadería donde no se ven astados enfundados. Incluso Miura se ha doblegado a los beneficios de las fundas y ya se la ponen a parte de la camada.
Este proceso se suele hacer cuando va acabando la temporada anterior: se meten en los corrales a los utreros que al año siguiente serán toros de saca. Ahí, una vez están en el mueco, se procede a enfundar ambos pitones para evitar el desgaste de estos y un mayor número de bajas.
El proceso de quitar las fundas se hace a la inversa, quedando el pitón intacto y la funda que recubre el pitón se desecha. Pero si un animal está enfundado, ¿cómo se sabe realmente hasta donde llega la punta del pitón? La funda tiene una abertura en la punta a modo de casquillo, ahí se ve la punta, evitando así ocultar ésta.
Esta funda se quita unos días antes de embarcar los animales de la plaza -normalmente dos semanas antes, o incluso un poco más tarde-, teniendo que tener cuidado con las posibles peleas posteriores debido al enfado que puede tener el animal al salir del mueco. El toro también necesita un tiempo de adaptación al quitarlas, al pasarse casi un año con ellas puestas.